Vale la pena vivir, levantarte todas las mañanas, y saludar el nuevo día, agradeciéndolo. Tienes vida, salud, trabajo, una familia, una casa. Vale la pena ser agradecido, valorar lo poco que tienes como primer paso para poder disfrutarlo.
Vale la pena querer y tener alguien que te quiera. Pocos o muchos. Normalmente son pocos. Y casi siempre, hay al menos una persona muy cercana, tanto que está como pegada a ti. Pero en la historia siempre hay muchos más que hayas querido y que te siguen queriendo, aunque ahora no te acuerdes de ellos. De aquel vecino, del otro primo, del joven al que le diste clases, de la persona que escuchaste en una reunión, y que un día, al verte, te saludan con afecto y tú no te acuerdas de su nombre.
Pasamos por la vida relacionándonos con la gente y siempre se pegan cosas de un lado y por otro que son buenas.
Vale la pena sentir la amistad. Aunque al final se te queden en pocos. Aunque tú mismo hayas demostrado tu incondicionalidad también a unos pocos.
Vale la pena salir a la calle todos los días y respirar, darte cuenta de que formas parte del universo, de la naturaleza, que tú puedes cuidarla porque ella siempre te ha cuidado a ti.
Vale la pena dar, porque dando se recibe. Y no vale arrepentirse de ello, aunque a veces le entren a uno ganas por respuestas negativas o indiferentes. Si donde hubo siempre queda, vale la pena dar porque al final siempre recibes más de lo que das, aunque no te des cuenta. Si la vida es un boomerang, como muchos dicen, vale la pena también seguir dando, aunque solo sea por egoísmo. Pero vale más la pena si lo haces solo por dar, sin darte cuenta de ello, como algo natural en tu vida.
Vale la pena ser tú mismo.
Vale la pena muchas más cosas. La vida siempre trae, y más tarde o más temprano te das cuenta de ello, más cosas buenas que negativas.
Vale la pena tener ilusiones, tener fe, estar animado, ser un crédulo, estar abierto a la vida, aunque te tachen de ignorante o de bobo. Pues hay muchas realidades que existen y conforman tu vida, aunque uno en muchas ocasiones no sepa cómo explicarlas.
Vale la pena ser consciente de que hay miles de cosas más que valen la pena y que ahora mismo no sabes expresar y bullen en tu interior. Y, entre todas ellas, vale la pena también sentirte cansado y sin ganas, pues te das cuenta de tu debilidad.
4 comentarios:
Vale la pena vivir una vida maldita? No, no merece la pena. Pero que otra opcion hay? La muerte cuando llegue pues si se adelanta el momento...vuelta a empezar.
en realidad no se mucho de la vidaa no tengo edad para decir lo qq valee la penaa o no, pero en este poco tiempo qq tengo
puedo decirr qq lo mas importantee de la vidaa y unaa de las pocas coas qq valen la penaa es la familiaa por qq sin ella no abria vidaa ;:).......
otras de las cosas qq vale la penaa es creer en el amor y esperar los momentos lindos de la vidaa por qq la vidaa es largaa pero los momentos lindos la pueden superar asi qq valee la penaa esperar uno de ellos por qq las persons siempre tendran alguien qq los amee y los entienda .) para mi eso es lo qq valee la penaa :)
Tenemos memoria, tenemos amigos,
tenemos los trenes, la risa, los bares,
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,
tenemos moteles, garitos, altares.
Tenemos urgencias, amores que matan,
tenemos silencio, tabaco, razones,
tenemos Venecia, tenemos Manhattan,
tenemos cenizas de revoluciones.
Tenemos zapatos, orgullo, presente,
tenemos costumbres, pudores, jadeos,
tenemos la boca, tenemos los dientes,
saliva, cinismo, locura, deseo.
Tenemos el sexo y el rock y la droga,
los pies en el barrio, y el grito en el cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes pendiente con Pedro Botero.
Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.
Tenemos un as escondido en la manga,
tenemos nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.
Tenemos un techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.
Tenemos talones de Aquiles sin fondos,
ropa de domingo, ninguna bandera,
nubes de verano, guerras de Macondo,
setas en noviembre, fiebre de primavera.
Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,
que importa, lo siento, hastasiempre, te quiero,
hinchas del atleti, gángsters de Coppola,
verónica y cuarto de Curro Romero.
Tenemos el mal de la melancolía,
la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y, dos veces al día,
el santo milagro del pan y los peces.
Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;
Lennon y McCartney, Gardel y LePera;
tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,
ramblas en la luna, vírgenes de cera.
Tenemos naufragios soñados en playas
de islotes son nombre ni ley ni rutina,
tenemos heridas, tenemos medallas,
laureles de gloria, coronas de espinas.
Tenemos caprichos, muñecas hinchables,
ángeles caídos, barquitos de vela,
pobre exquisitos, ricos miserables,
ratoncitos Pérez, dolores de muelas.
Tenemos proyectos que se marchitaron,
crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca vendimos.
Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.
Título: Más de cien mentiras
Año: 1994
Letra: Joaquín Sabina
Música: Joaquín Sabina, Pancho Varona
Disco: Esta boca es mia (1994)
la vida quizá no es justa pero de todas maneras es buena
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