A mi comentario anterior TIEMPO PARA TODO, PERO SIN CLAUDICACIONES, una amiga me ha enviado un email con mucho contenido y sustancia que quiero adjuntar hoy, dándole las gracias por sus hermosas reflexiones:
"Me gusta lo de no claudicar, y creo que es bueno pensar en ello. Leyendo tu mensaje se me vino a la mente el hecho de que al vivir una vida plana, sin novedades; es más fácil claudicar porque el desánimo y la monotonía se confunden y mezclan con todo en nuestras vidas.
Entonces pensé en el campo de cultivo que está detrás de mi casa, y me gusta la comparación, sobre el hecho de que a pesar de no " poder moverse ", nunca permanece estático. Una temporada recibe la semilla de un tipo, y en la siguiente de otro. Unas veces hace germinar un fruto y otras un grano.
Recibe los rayos del sol de la mañana y los del atardecer. Bebe la lluvia de la primavera y la del otoño. Acoge a animalitos visitantes, y cumple con éxito su ciclo.
Y aunque es verdad que depende de factores externos para cumplir felizmente su ciclo y llegar hasta la cosecha; no claudica, a pesar de si alguna vez, un temporal o granizo, hace que se pierda lo ganado.
Y al final de cada cosecha, una vez levantado todo, se le deja reposar. Entonces la tierra descansa, pero un poco tan solo, sus grandes trozos de tierra lodosa y removida, toman pequeñas vacaciones y se ponen naturales ante los rayos del sol.
Se recarga de energías vitales y comienza nuevamente su trabajo, a la espera de cumplir nuevamente con la tarea. Vuelve a recibir la semilla y no piensa si habrá temporal o exceso de lluvia, simplemente acoge, permite y colabora con su parte.
Entonces, no hay que claudicar, y eso es lo que me has hecho reflexionar ahora mismo, y por eso es que he tomado la metáfora con el campo que todos los días por mi ventana veo distinto al día anterior.
Un abrazo.
Tere."
Entonces pensé en el campo de cultivo que está detrás de mi casa, y me gusta la comparación, sobre el hecho de que a pesar de no " poder moverse ", nunca permanece estático. Una temporada recibe la semilla de un tipo, y en la siguiente de otro. Unas veces hace germinar un fruto y otras un grano.
Recibe los rayos del sol de la mañana y los del atardecer. Bebe la lluvia de la primavera y la del otoño. Acoge a animalitos visitantes, y cumple con éxito su ciclo.
Y aunque es verdad que depende de factores externos para cumplir felizmente su ciclo y llegar hasta la cosecha; no claudica, a pesar de si alguna vez, un temporal o granizo, hace que se pierda lo ganado.
Y al final de cada cosecha, una vez levantado todo, se le deja reposar. Entonces la tierra descansa, pero un poco tan solo, sus grandes trozos de tierra lodosa y removida, toman pequeñas vacaciones y se ponen naturales ante los rayos del sol.
Se recarga de energías vitales y comienza nuevamente su trabajo, a la espera de cumplir nuevamente con la tarea. Vuelve a recibir la semilla y no piensa si habrá temporal o exceso de lluvia, simplemente acoge, permite y colabora con su parte.
Entonces, no hay que claudicar, y eso es lo que me has hecho reflexionar ahora mismo, y por eso es que he tomado la metáfora con el campo que todos los días por mi ventana veo distinto al día anterior.
Un abrazo.
Tere."
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