"Cada día trae nuevas oportunidades. Cada momento es un don extraordinario. Estás precisamente donde debes estar en este momento. El momento presente es todo lo que tienes...¡Cuídalo!".
Christine A. Adams
Escribir algo todos los días se me ha convertido en una especie de rutina festiva. Es una forma de desahogarme. De contar algo de mi mismo, aunque hable de los demás, o comente cosas del exterior.
Había pensado reflexionar sobre varias cosas que se me han ido ocurriendo. Al final, no lo haré sobre nada en concreto. La vida, en ocasiones, es como una ensalada aderezada de diversos condimentos. ¿Algunas veces? Debería ser así siempre. De lo contrario, se convierte en algo aburrido.
Esta mañana me desayuné con la noticia de las estadísticas del día que hablan de un alto porcentaje de docentes en Canarias y en toda España que se encuentran amedrentados por los estudiantes. Todo el fenómeno de la violencia procedente de los ambientes juveniles está sumiendo en la depresión al mundo adulto de la educación.
Antes de almorzar los sones del telediario anunciaban los acontecimientos de anoche en la Plaza del Dos de Mayo en el antiguo y curioso barrio de Malasaña en Madrid. Cientos de jóvenes protagonizaron enfrentamientos violentos con la policía local. Contenedores que ardían. Coches estropeados. Vecinos sin poder dormir.
Un grupo de amigos y amigas de la red están de fiesta desde hace dos días. Comparten fotos, música y canciones. Se deleitan cocinando y se pasan las fotos de los pasteles que hacen. El que menos brinda alguna receta o pócima mágica. Algunos aportan la alegría de la infancia cuando eran niños. Ellos ni se acuerdan. Pero las fotos que hablan de si mismos son elocuentes de la grandeza del espíritu que hoy les habita. Es una forma también de comunicación, que no pasa por el botellón sangriento lleno de alcohol, ni por los insultos o amenazas al profesor.
En medio de todo ello hemos ido a dar un paseo por los alrededores de la ciudad, más bien por las afueras. En el último año ha crecido de forma gigantesca. Grandes y pequeñas urbanizaciones. Algunas de ellas, casi todas, tipo residencial. Todos estos conglomerados a seis y ocho kilómetros de la ciudad. Necesario tener un coche para comunicarte con la vida urbana. Los jardines interiores estaban iluminados por alarmas de seguridad. No se veía movimiento alguno de seres vivos. Para estar dentro de sus casas, lo mismo da vivir en la ciudad que en las afueras, aunque lo último vista más. Igual hacen lo mismo que mi grupo de amistades en la red: bailan, danzan, cocinan, escuchan cantar al colibrí. Aunque de esta especie no hay en todas partes. También por aquí escuchamos al jilguero.
También nos han avisado de la crónica de una muerte anunciada. El esposo de una conocida, con solo 54 años. Terminó con su vida. Digo terminó porque desde hace muchísimos años el alcohol era cada uno de sus momentos presentes. Los vivía con intensidad. Y las consecuencias eran esperadas cada vez que pasaba el tiempo. Es algo parecido, pero diferente a lo que dice la frase del principio: Cada día trae nuevas oportunidades. No importa que sean grandes o pequeñas. Solemnes o rutinarias. Lo importante es vivir con gozo las rutinas de cada día. Esas que te hacen vivir. Dejando atrás las que te hacen enfermar.
En memoria y recuerdo presente del grupo de amigos de la red que siguen cocinando y escuchando música. Menos mal que les ha gustado el tango que les envié. Esto, lo de cada día, es lo que tenemos. Nos toca cuidarlo.
Christine A. Adams
Escribir algo todos los días se me ha convertido en una especie de rutina festiva. Es una forma de desahogarme. De contar algo de mi mismo, aunque hable de los demás, o comente cosas del exterior.
Había pensado reflexionar sobre varias cosas que se me han ido ocurriendo. Al final, no lo haré sobre nada en concreto. La vida, en ocasiones, es como una ensalada aderezada de diversos condimentos. ¿Algunas veces? Debería ser así siempre. De lo contrario, se convierte en algo aburrido.
Esta mañana me desayuné con la noticia de las estadísticas del día que hablan de un alto porcentaje de docentes en Canarias y en toda España que se encuentran amedrentados por los estudiantes. Todo el fenómeno de la violencia procedente de los ambientes juveniles está sumiendo en la depresión al mundo adulto de la educación.
Antes de almorzar los sones del telediario anunciaban los acontecimientos de anoche en la Plaza del Dos de Mayo en el antiguo y curioso barrio de Malasaña en Madrid. Cientos de jóvenes protagonizaron enfrentamientos violentos con la policía local. Contenedores que ardían. Coches estropeados. Vecinos sin poder dormir.
Un grupo de amigos y amigas de la red están de fiesta desde hace dos días. Comparten fotos, música y canciones. Se deleitan cocinando y se pasan las fotos de los pasteles que hacen. El que menos brinda alguna receta o pócima mágica. Algunos aportan la alegría de la infancia cuando eran niños. Ellos ni se acuerdan. Pero las fotos que hablan de si mismos son elocuentes de la grandeza del espíritu que hoy les habita. Es una forma también de comunicación, que no pasa por el botellón sangriento lleno de alcohol, ni por los insultos o amenazas al profesor.
En medio de todo ello hemos ido a dar un paseo por los alrededores de la ciudad, más bien por las afueras. En el último año ha crecido de forma gigantesca. Grandes y pequeñas urbanizaciones. Algunas de ellas, casi todas, tipo residencial. Todos estos conglomerados a seis y ocho kilómetros de la ciudad. Necesario tener un coche para comunicarte con la vida urbana. Los jardines interiores estaban iluminados por alarmas de seguridad. No se veía movimiento alguno de seres vivos. Para estar dentro de sus casas, lo mismo da vivir en la ciudad que en las afueras, aunque lo último vista más. Igual hacen lo mismo que mi grupo de amistades en la red: bailan, danzan, cocinan, escuchan cantar al colibrí. Aunque de esta especie no hay en todas partes. También por aquí escuchamos al jilguero.
También nos han avisado de la crónica de una muerte anunciada. El esposo de una conocida, con solo 54 años. Terminó con su vida. Digo terminó porque desde hace muchísimos años el alcohol era cada uno de sus momentos presentes. Los vivía con intensidad. Y las consecuencias eran esperadas cada vez que pasaba el tiempo. Es algo parecido, pero diferente a lo que dice la frase del principio: Cada día trae nuevas oportunidades. No importa que sean grandes o pequeñas. Solemnes o rutinarias. Lo importante es vivir con gozo las rutinas de cada día. Esas que te hacen vivir. Dejando atrás las que te hacen enfermar.
En memoria y recuerdo presente del grupo de amigos de la red que siguen cocinando y escuchando música. Menos mal que les ha gustado el tango que les envié. Esto, lo de cada día, es lo que tenemos. Nos toca cuidarlo.
1 comentario:
Pues que son buenos los tangos y tus reflexiones en voz alta.
Compartamos el cotidiano vivir como el pan en la mesa...nadie partirá de este mundo llevándose más que otro, por lo tanto, disfrutemos el instante.
Un abrazo bien porteño
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