lunes, 11 de junio de 2007

Que, al menos, nos duela



En estos días con motivo del Día de Cáritas en toda España he visto en varios periódicos de la localidad, y de otras provincias españolas el balance que esta organización hace de la situación de pobreza en este país, y de los servicios que presta. No es nada comparado con lo que pasa en los países empobrecidos, pero también es para alarmarse y para tener mala conciencia. Que en nuestros pueblos desarrollados, donde la economía crece cada día, y es el orgullo y la satisfacción de los políticos que nos gobiernan, haya gente que viva con menos de 300 euros al mes, que no tengan trabajo, que deban acudir a comedores asistenciales, que duerman en la calle, y mas etcétera es como para revisar muchas de nuestras políticas.


Anoche precisamente en Tele 5 en uno de esos reportajes de los viajes de Javier Sardá tocaba Kenya. Resultaba como acostumbrarse a tener mala conciencia ver no solo los contrastes sociales entre el centro de Nairobi y los barrios o suburbios, sino los de ambos con nuestras ciudades del Primer Mundo. Barrios enteros con comunidades humanas hacinadas, sin luz ni agua, con un dólar o menos al día de sustento y, por supuesto, sin acceso a Internet. Eso sí, con una alta tasa de infección del virus del Sida, y con, al menos, grupos y organizaciones sociales que nacen en la propia sociedad africana también que intentan ayudar a paliar estos problemas.


Son cosas que nos tienen que doler y hacer morder la lengua. Son cosas, las de aquí y las de allá, a las que no podemos ser indiferentes. Ojalá al menos nos duelan. Si nos duele, decía la Madre Teresa, es buena señal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues sí, ¡nos duele!
Pero es un dolor que se puede "aguantar" bien, que no nos quita el sueño.
Que nos permite, acordandonos de vez en cuando, seguir viviendo en "otro nivel".
¿Este dolor nuestro, para qué sirve ...? ¿les ayuda a ellos...?

¡¡No creo que nuestro dolor, que mi dolor, sea verdadera compasión, y mucho menos sea producido por ese amor al prójimo que quiero vivir.