miércoles, 20 de junio de 2007

Dia Mundial del Refugiado. Los derechos vulnerados




Refugio de perseguidos


Casi 60 solicitantes de asilo están acogidos en el Centro de Atención Temporal de Málaga, un espejo que refleja los conflictos latentes a través de sus víctimas


Periódico ; Sur, TEXTO: GEMA MARTÍNEZ, 2007-06-18



«EL imperfecto es un pasado cont inuo; que no termina. Un pasado imperfecto». La lección suena como un eco en una de las aulas del Centro de Acogida Temporal de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear); un eco que suena a sentencia y que a los alumnos que se aplican en aprender los entresijos del castellano les debe resultar familiar. El suyo, más que imperfecto, es un pasado dramático; un pasado que no se esfuma y que sobreviene en forma de angustia, de estrés, de insomnio, de depresión, de llanto…



Los recuerdos sobrevienen en cualquier momento; hasta cuando más tranquilos pudieran parecer estar, y a veces, las obsesiones se cronifican y las crisis se intensifican, hasta rayar la enfermedad mental. El último año ha ocurrido con varios de los refugiados acogidos. Ha ocurrido más veces de lo habitual, y la psicóloga y directora adjunta del centro, Esther Moreno, no se acierta a explicar si es una coincidencia; si se trata de patologías endógenas o si han sido las vivencias tremendas las que han desencadenado brotes que de otro modo no se hubieran producido.


Guerra de religiones



Lágrimas como garbanzos. La letra que Camarón cantó por soleá se viene a la cabeza al hablar con Margarita. A Margarita le caen por la cara lágrimas como garbanzos; lágrimas redondas y tan pesadas que ruedan sin remedio por la mejilla, hasta chocar con la mesa. Sus palabras se atropellan en una mezcla de armenio y español, para conformar un relato en el que sólo se adivinan retazos de una huida que a ella, después de un año aquí, aún le hace temblar. Se adivina que, separada, sola y con dos hijos, su ‘pecado’ fue contraer segundo matrimonio con un musulmán iraní siendo cristiana armenia; se adivina que la acosaron y la persiguieron por ello; que intentó probar suerte en Irán y que allí la obligaban a convertirse al islam bajo amenaza de quitarle a su tercer hijo; que al niño, en el colegio armenio, le decían que era un musulmán de aquellos que mataban a los cristianos. Se intuye que no pudo más; que corría peligro aquí y allí y que por eso su marido pagó 8.000 euros para meterla a ella y al niño en un camión que después de no se sabe cuanto tiempo y tras recorrer no se sabe qué ruta, abrió sus puertas traseras en el puerto de Málaga. Y allí los dejó. Armenia, 40 años y un hijo de diez. En el puerto de Málaga, el Día del Carmen, la playa llena de gente, la virgen procesionada, un pasaporte y 300 euros.



Difícil demostración



Para conseguir asilo, Margarita debe aportar pruebas de su persecución; y aportar pruebas cuando se ha huido para no morir es complicado; porque entonces sólo se piensa en salvar la vida, claro. Así que cuando se le pregunta al director del centro, José Manuel Monchón, por el número de asilos concedidos por el Gobierno, le sale una leve sonrisa que sólo refleja resignación: «Poquísimos, cada vez menos. Debemos andar por el tres o cuatro por ciento». Y eso a pesar de que los servicios jurídicos elaboran un informe sobre la situación del país de procedencia del solicitante.



Además de la prueba documental, el refugiado debe aportar un relato coherente de lo ocurrido, pero en su situación, esa coherencia a veces no es fácil: «Han pasado por situaciones dramáticas. Hasta llegar aquí han pasado lo más grande, y en ocasiones el bloqueo es tal que no es fácil la reconstrucción. De hecho, la primera entrevista la realiza el servicio jurídico y es muy liviana, porque vienen aún bajo estado de ‘shock’, desconcertados, desorientados en un país diferente y con una lengua que no entienden».



Incluso ni el tratamiento psicológico se puede abordar de inmediato en la mayoría de los casos: «Lo principal es que se tranquilicen, garantizarles la cobertura de las necesidades básicas, explicarles que el proceso es largo… Luego puede ser que ellos mismos pidan ayuda; que lleguen un día, se sienten y te empiecen a contar», dice la psicóloga, que explica la necesidad de comenzar con ejercicios de relajación física; de relajación de todos y cada uno de los músculos: «Para relajar la mente, primero tienen que relajar el cuerpo».


Homosexuales



Y si difícil es conseguir el asilo por ser víctima de un conflicto, aún puede ser más complicado obtenerlo por los motivos que la Comisión Española de Ayuda al Refugiado reclama se tengan en cuenta como nuevas formas de vulneración de derechos humanos. Una de ellas sería la condición de personas perseguidas por motivos de género; obligadas a exiliarse por el papel que socialmente se ha asignado a su sexo o por su orientación sexual. Al centro de Málaga ya han llegado algunos casos de personas solicitantes de asilo por la persecución sufrida como consecuencia de su orientación sexual.



La homosexualidad está duramente perseguida en algunos países, y de hecho Amnistía Internacional ha recogido una lista de aquellos en los que se castiga con la pena de muerte, como es el caso de Arabia Saudí, y los que imponen penas de cárcel, como Egipto. En Marruecos, por ejemplo, también está prohibida, y de hecho, el pasado año un grupo de 15 personas que quiso constituir en Tánger el primer grupo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales fue detenido y llevado a los calabozos.



Otro de los motivos que la Cear reclama se contemple para la concesión del asilo se refiere a la situación en la que quedan los damnificados por grandes catástrofes naturales o por la degradación o depredación medioambiental del entorno en el que vivían y que les ha obligado a desplazarse.



En estos momentos, una vez solicitado el asilo, el Gobierno contesta en dos meses si lo admite o no a trámite. Si es afirmativo, además de considerase casi un milagro, permite prolongar la estancia en el centro durante seis meses, con posibilidad de prórroga mientras dure la tramitación. Es la Dirección General de Inmigración la que asume los gastos de alojamiento y manutención de los residentes. Si no es admitido a trámite y se puede recurrir, se recurre. Entonces el solicitante pasa a la condición de ‘inmigrante en situación vulnerable’. La denegación definitiva no sólo supone tener que abandonar el centro, sino también el país, en un plazo de 15 días. Pero eso, dice el director, no ocurre, así que pasan a engrosar las estadísticas de irregulares.



El centro, ubicado en un bajo de la calle Ollerías, cedido en el 93 por la Iglesia Evangélica de Málaga, es un espejo en miniatura de la intensidad de los conflictos en el mundo; y así, el número de refugiados de una determinada nacionalidad crece si la violencia en el país aumenta. Lo más curioso en estos momentos es lo heterogéneo de las nacionalidades, que recuerdan los numerosos focos de extrema conflictividad latentes en diferentes puntos del planeta. «Armenia, Guinea, Irak, Costa de Marfil, Colombia, Sierra Leona, Ghana, Guatemala, India, Gambia, Bosnia, Eritrea, Etiopía, Rusia…. Esto es una pequeña ONU», concluye Monchón, que calcula que desde su apertura, por el centro ha pasado casi un millar de personas en busca de asilo.


Mujeres con niños



Aunque la presencia de hombres sigue siendo superior, en el último año ha habido un incremento importante de mujeres solas con niños; y de hecho, la presencia de menores en el patio es notable. De las 59 personas acogidas actualmente, 14 son menores, y también hay dos mujeres embarazadas, una de ellas a punto de dar a luz.«Al final, las mujeres siempre salen adelante», asegura el director del centro, que estima que el 40 por ciento de las personas acogidas deciden finalmente quedarse en Málaga una vez abandonan las instalaciones.



El de Margarita, que tiene en Armenia a los dos hijos de su primer matrimonio, es uno de esos casos que la psicóloga del centro recuerda entre los ocho o diez más fuertes que escuchó el pasado año; relatos que hacen pensar que mejor la vida no ponga a prueba la propia capacidad de resistencia; que a uno no le manden todo lo que uno es capaz de aguantar. «Y se aguanta. Vaya si se aguanta», dice Esther.


Del periódico: Sur

1 comentario:

Retazos y retozos dijo...

Así de dura es la vida...
Hablar de derechos en una sociedad materialista como la actual es una hermosa utopía.