Retiro una hoja más del calendario, a medida que pasa el tiempo, termino diciendo por estas fechas que el año se ha ido aprisa. Pienso que muchas personas coinciden comentando lo mismo, entonces siento una preocupación, pues sabiendo de antemano que los meses más que caminar han corrido en maratón, hago reflexiones sobre lo ocurrido en cada uno de los once que llevamos.
De momento se viene a mi mente esa idea de que hay que escribir un libro, sembrar un árbol y tener un hijo. Habrá quien hace las tres cosas, otros una y tal vez ninguna. Me pregunto si deben ser exactamente estas propuestas y si el plazo para cumplirlas es al momento de morir. Simple divagación para una noche en que la luna sonríe y brilla en el cielo tan oscuro.
El problema no es la prisa con la que sentimos que corren los días, sino desperdiciarlos sin haber hecho algo productivo y positivo en esas venticuatro horas de vida que ganamos multiplicándose por trescientas sesenta y cinco veces. Son demasiadas oportunidades para no tener éxito, para no sonreír, para no ser felices, para no ser caritativos, serviciales, humanos y justos.
Podremos escribir un libro, ser padres y sembrar hasta diez árboles o más, pero dejar huella a nuestro paso es algo más grande. Cuando sentimos compasión y empatía por las personas, cuando hacemos algo más allá, cuando en el anonimato ayudamos de corazón, cuando somos sensibles al dolor y hacemos algo para compensarlo, cuando buscamos la justicia aunque no ganemos todas las batallas y los gigantes sean poderosos, estamos perpetuando a nuestro propio ser humano, que más que figurar en la pasta de un libro como autor, o en el apellido de un hijo o en las jugosas frutas del árbol sembrado, estamos haciendo algo que es nuestra obligación, pero que nos produce el placer de haberlo hecho bien, que hacer algo por alguien cada día, ser generosos y buenos, puede cambiar mucho el destino de este mundo en el que nos horroriza conocer tantas malas noticias.
Está bien, quiero escribir un libro, ya tengo un hijo, aún no he sembrado el árbol. Estoy reflexionando y ya veo que mucho es lo que me falta por hacer, pero esta vez cada hoja que retire del calendario me recordará si ese día hice lo suficiente, si he hecho el borrador de mi libro, si he puesto la semilla de mi árbol, pero sobretodo si ese día pude hacer alguna cosa por alguien más.
Tere García Ahued.
De momento se viene a mi mente esa idea de que hay que escribir un libro, sembrar un árbol y tener un hijo. Habrá quien hace las tres cosas, otros una y tal vez ninguna. Me pregunto si deben ser exactamente estas propuestas y si el plazo para cumplirlas es al momento de morir. Simple divagación para una noche en que la luna sonríe y brilla en el cielo tan oscuro.
El problema no es la prisa con la que sentimos que corren los días, sino desperdiciarlos sin haber hecho algo productivo y positivo en esas venticuatro horas de vida que ganamos multiplicándose por trescientas sesenta y cinco veces. Son demasiadas oportunidades para no tener éxito, para no sonreír, para no ser felices, para no ser caritativos, serviciales, humanos y justos.
Podremos escribir un libro, ser padres y sembrar hasta diez árboles o más, pero dejar huella a nuestro paso es algo más grande. Cuando sentimos compasión y empatía por las personas, cuando hacemos algo más allá, cuando en el anonimato ayudamos de corazón, cuando somos sensibles al dolor y hacemos algo para compensarlo, cuando buscamos la justicia aunque no ganemos todas las batallas y los gigantes sean poderosos, estamos perpetuando a nuestro propio ser humano, que más que figurar en la pasta de un libro como autor, o en el apellido de un hijo o en las jugosas frutas del árbol sembrado, estamos haciendo algo que es nuestra obligación, pero que nos produce el placer de haberlo hecho bien, que hacer algo por alguien cada día, ser generosos y buenos, puede cambiar mucho el destino de este mundo en el que nos horroriza conocer tantas malas noticias.
Está bien, quiero escribir un libro, ya tengo un hijo, aún no he sembrado el árbol. Estoy reflexionando y ya veo que mucho es lo que me falta por hacer, pero esta vez cada hoja que retire del calendario me recordará si ese día hice lo suficiente, si he hecho el borrador de mi libro, si he puesto la semilla de mi árbol, pero sobretodo si ese día pude hacer alguna cosa por alguien más.
Tere García Ahued.
1 comentario:
Felicitaciones, TERE!!! me gustó mucho. Besazo
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