viernes, 21 de diciembre de 2007

Presupuestos y ética






A finales de cada año la actualidad política en parlamentos de todo tipo e instituciones públicas de cualquier índole está en la discusión y aprobación de los presupuestos de turno. El dinero no da la felicidad, pero colabora a ello, suele decirse. Y sin dinero no hay ejecución de leyes de ningún tipo por muy sociales y humanitarias que sean. La cuestión es si en los criterios de fondo de todo este manejo macroeconómico predomina una concepción utilitarista, que olvida actitudes éticas y valores como el de la solidaridad y el altruismo. Si en la política económica no hay una concepción ética, difícilmente podrá hacerse realidad el tan famoso “gobierno para las personas”.


Los bienes de la tierra están para todos y no para unos pocos. Eso solo es un principio que colabora a la paz y elimina las necesidades perentorias de las personas. No puede estar desligada la economía, por tanto, de una acción por la paz.


Sí, ya sé que son valores morales de los que estoy hablando. Y que no suelen aparecer en uso. Pero díganme si son necesarios o no. Todos valoramos los ejemplos humanitarios de personas que han dado luz a este mundo con sus acciones de no violencia, de coherencia, de fidelidad. Son personas, cuyo nombre no hace falta citar, que han escrito páginas de la historia de la humanidad y de los que todos nos sentimos sus admiradores. Ellos miraron a los pobres no como un problema, sino como los que deberían ser elevados a protagonistas de un futuro nuevo. ¿Por qué su testimonio, su garra, sus valores, sus luchas no podemos ligarlas a los trabajos de elaboración y aprobación de las materias presupuestarias en las instituciones públicas? ¿No se gobierna, con el dinero de todos, para el bien común de los pueblos?


Aplicar y traer a colación la conciencia personal no viene de más en estos momentos. Seguro que habría incluso menos peleas entre partidismos y la política dejaría de ser una partitocracia. Recién están publicadas encuestas variadas que reflejan una actitud lejana y de desconfianza de la población hacia las instituciones públicas y aquellos que nos gobiernan. Por algo será. Y algo de todo esto comentado aquí puede que tenga que ver. Economía al servicio de las personas y no viceversa. Planteamientos que vienen al caso no solo por los presupuestos discutidos en todas las instituciones públicas, sino también por los deseos de paz que desde todas partes se nos hacen y hacemos estos días de Navidad.

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