jueves, 6 de diciembre de 2007

La Constitución, una fiesta con sentido



Hoy estamos de fiesta en el país llamado España. Celebramos que hace 29 años tenemos una Constitución, es decir un código de derechos y deberes de los españoles. Algo en lo que fundamentar la norma de nuestra convivencia. Es una de las fiestas que, a mi juicio, tiene más sentido.

Fueron tiempos difíciles. Salíamos de una dictadura, y los habitantes de este país supimos ponernos de acuerdo. Unos redactándola, los demás votándola. Todos tuvimos que renunciar a alguna cosilla propia por el interés general. Lo mismo que pasa en toda convivencia. Es, pues, la fiesta de la convivencia.

Uno de los artículos que más me gusta de la Constitución nuestra es uno que dice, no recuerdo bien el número, algo así como que “los derechos de los españoles no son ilimitados. Sino que tienen un doble límite, que son los derechos de los demás y las normas legales”. Eso, que mis derechos terminan donde empiezan los de los demás. Lo cual quiere decir que el derecho a mi libertad de expresión no me permite ir por la calle llamando gilipuertas a todo el que me encuentre, o piense de forma diferente a nosotros.

Algo que tienen que aprender muchos españoles de hoy, que incluso votaron la Constitución hace 29 años. He visto las imágenes en la tele de los que insultaban a los diputados, sobre todo si eran del partido en el gobierno, cuando se acercaban hoy al Parlamento. Dicen que eran los mismos que ayer en nombre de la AVT también lo hicieron en la plaza del Ayuntamiento de Madrid, los que no fueron a la manifestación de todos contra el terrorismo. Los que se creen españoles más que nadie. Los que hablan en nombre de todos los españoles. Con este clima de crispación no hemos aprendido lo que nos enseñaron los padres de la constitución y los que la votaron: que es necesario ponernos de acuerdo, pactar entre todos, no considerarnos superiores a nadie.

Sí, hay cosas que pueden modificarse. Todo puede cambiar, todo lo que veamos que debe estar mejor redactado para el servicio de la sociedad actual puede mejorar. De hecho muchas leyes sociales salidas en los últimos años no han hecho otra cosa sino poner en práctica lo que la Constitución habla de acceso a los derechos sociales. Todo es modificable siempre que esté al servicio de la mejora de la ciudadanía, pero sin la crispación y superioridad – y también manejo de mentiras- que algunos intentan imponernos hablando en nombre de todos los españoles.

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