lunes, 24 de diciembre de 2007

Niños y Navidad



No es mucho espacio el que los Evangelios dedican a lo que hoy conocemos como Navidad, el nacimiento y la infancia de Jesucristo. Un breve relato y enseguida se centran en la edad adulta y en su acción y palabras. Como si la niñez no importara mucho.

Hoy, sin embargo, se habla menos de la vejez, de los ancianos. Parece una etapa ya concluida. Y los problemas de la infancia y de la juventud ocupan mas espacio en las biblias de hoy o medios de comunicación. No sé si porque hay mas problemas en esa etapa, o porque nos hemos olvidado de los mayores, o porque miramos mas al futuro y ya no nos interesa mucho la experiencia del pasado. Incluso, aunque esté prohibido publicitar sus rostros cuando de noticias sobre los mismos se trata, la publicidad y propaganda comercial para muchos productos usa de las imágenes de los bebés. También aparecen, no debemos olvidarlo, en las noticias e imágenes de los pueblos empobrecidos o en guerra, empuñando armas, y con campañas en contra de los niños soldados. Y hay toda una organización llamada Save the children que se ocupa fundamentalmente de este colectivo en situaciones de desprotección.

Incluso hay convenciones internacionales, y eso es bueno, que velan por los derechos del niño. No en vano la Navidad, tiempo de paz y de solidaridad, nos recuerda que todo comenzó por un niño que en principio no venía a dar problemas sino a intentar solucionarlos. Volver la vista atrás para atender el presente, no nos viene nunca de más. Hoy que es Navidad, esta noche que empieza puede recordarnos algunas de estas cosas.

Y que el juego, los juguetes para los niños, ocupan un espacio importante en la Navidad, pueda servir también para lo mismo: no para generar problemas, sino para solucionarlos. Y eso solo se hace desde la educación, también jugando, ¿por qué no?. Aunque no por muchos juguetes para almacenaje o rompimiento de los mismos vaya a haber más alegría en el corazón de los niños. Tendremos que aprender de nuevo a buscar valores desde la infancia, y, sobre todo, pensar en aquello que a los más pequeños puede hacerle ilusión. Eso es lo que irá llenando su futuro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Monseñor Quintana, este bienintencionado escrito que suspendisteis de COMPARTIENDO OPINIONES a lo largo de aquella artificial data, se apoya a mi cuestinable parecer sobre pies de barro que se deshacen a lo largo de una lectura crítica sin miramientos. La vida resulta cruel devenir continuo en que las piezas que la forman, de reyes a peones, cumplen un ciclo vital imprescindible para la renovación de la especie. Se brota del cuerpo de una madre, se acumulan mejoras mientrastanto se alcanza el grado de sensualidad extrema, se reproduce quien lo desea o lo consigue y a partir de ahí se entra en una pausada degradación del sistema que, en tanto en cuanto prosigan sin ocurrir indeseadas tragedias terminales, culmina en el paso al después o disgregación en el entorno. Lo añoso se estaciona en el arcén del devenir para dar paso sin estorbar a la lozanía que viene pisando fuerte. Se conoce como ley de vida, aceptadla y vuesa prosodia ganará descaro, frescura. Amén ytodo, atisbad.