Ayer, 18 diciembre, se celebró el Día Internacional del Migrante. La cuestión parece que va unida a la Convención Internacional que protege los derechos de los trabajadores migrantes y sus familiares, y que España aún no ha hecho suya firmándola.
Cuando se habla de un Día así es porque hay necesidad de protección para un colectivo determinado. Así que de alguna manera se nos está invitando a establecer acciones de protección. Y es lo que nos han recordado las múltiples actividades que en el día de ayer fueron organizadas por numerosas organizaciones sociales en todo el Estado.
Pero en este tema ocurre algo parecido a lo que pasa con el cambio climático. Tormentas y huracanes parecen desatarse. Y lo pone de manifiesto las variadas iniciativas legales que se producen en Europa, desde la petición del ADN para la reagrupación familiar en Francia hasta la ampliación al doble de tiempo de la estancia de los inmigrantes en los centros de retención españoles con el fin de dar más oportunidad a la eficacia de la repatriación.
No digamos nada de las cerca de mil personas que ya, con cifras oficiales pues las reales nunca se sabrán, han muerto intentando navegar hacia el Paraíso europeo. Tampoco se conocerá bien los que han dejado su vida en el intento de llegar a la orilla del continente africano para allí poder zarpar en una barquilla o de polizón en un barco pesquero.
También se habla de repatriación para menores inmigrantes violando así todos los principios internacionales en la materia que nos advierten que solo es posible la reunificación familiar cuando se encuentra de hecho a la familia verdadera, y ambos , padres e hijos, quieren reagruparse. No digamos nada del asilo político como un derecho amenazado desde hace muchos años en toda Europa, donde parece hay que venir con un certificado de persecución de la policía del país de origen para poder solicitarlo.
No sé por otra parte si es muy legal que barcos europeos faenen en aguas internacionales o de terceros países impidiendo la salida de barcas con inmigrantes desesperados. No sé tampoco si será práctico pues el oleaje que a su lado pueden realizar esos grandes barcos en su movimiento cerca de las barquillas podría hacer naufragar a éstas. Digo que no lo sé, y por tanto pongo en duda que se esté haciendo esa operación con todas las normativas legales y humanitarias a su favor.
Y lo del principio de estas reflexiones. Las Naciones Unidas han llamado a los países firmantes de los Derechos Humanos a que ratifiquen también la convención internacional para la protección de los trabajadores migrantes. Ningún país europeo lo ha hecho. En esto ha sido fácil ponerse de acuerdo. Como también en restringir derechos y políticas.
Como siempre toda la política, y más en tiempos preelectorales, se centra en luchar contra la inmigración ilegal, no contra sus causas. Luchamos contra sus consecuencias, sus síntomas. Pero así nunca solucionaremos el quid de la cuestión.
En el blog hermano http://bajomilenguaje.blogspot.com/ aparecen publicadas las normativas de dureza que España se está planteando en estos momentos de medidas contra la inmigración clandestina, de reforma de la ley del Poder Judicial y de las normas de expulsión o repatriación con las que interviene la policía. Recomiendo la lectura del comunicado de diferentes organizaciones respecto a este tema en dicho blog.
Y todo ello en vísperas de Navidad, fiesta mundial de la paz, de la concordia y fraternidad entre las personas y los pueblos. Eso sí, en base a principios parecidos, defendemos el derecho a la vida de los no nacidos, pero no nos importa mucho el de los ya nacidos. Así celebramos los Días Internacionales, en lugar de defensa de sus derechos, desprotección frente a los mismos. Parece que ratificar algo no sirve para mucho, pues todo este asunto entra dentro de los Derechos Humanos que sí que están ratificados. Al menos que ese día, el internacional, quede como recuerdo de algo que falta por hacer. Por eso lo escribo al día siguiente, para seguir insistiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario