Año nuevo para que sea año de las personas, donde no solo nos ayudemos, sino impidamos el atropello de los más débiles por otros más fuertes, ricos y poderosos.
Año nuevo para que las personas y las instituciones que las personas nos hemos dado podamos comportarnos como tales, con libertad y responsabilidad.
Año nuevo para que se acaben los totalitarismos de cualquier índole. Y que comenzando por la defensa de los derechos de las personas sigamos después por los de las instituciones.
Año nuevo para que los gobiernos autonómicos y estatales no se dejen dominar por organizaciones multinacionales o compromisos internacionales al servicio de los poderosos y de los sistemas financieros.
Año nuevo donde en todo momento podamos comprobar que es la persona la norma de calidad para comprobar si se está realizando o no el bien común.
Año nuevo para que la paz social pueda ser una realidad que consiguientemente elabore la riqueza material que todos los pueblos necesitan, pero que no puede lograrse al revés.
Año nuevo para que los miles de millones que en el mundo entero no pueden ejercer de personas comiencen a hacerlo, y los organismos internacionales no se abstengan en la lucha por ello.
Año nuevo para que, dominando estos criterios, logramos ir cambiando la estructura social dominante en la actualidad.
Año nuevo para que, desde todas las bases, fomentemos entre nosotros mismos la existencia de personas cultas y responsables, honradas y de buen vivir.
Año nuevo donde consiguientemente desaparezcan todo tipo de dictaduras, y también de los famosos rodillos parlamentarios.
Año nuevo con conciencia global donde nos demos cuenta de que cualquier decisión en los ámbitos económicos, financieros, comunicación, comercial repercuten en todos los pueblos, sobre todo con repercusión negativa en los más pobres para que cambie el rumbo de las decisiones.
Año nuevo, por tanto, para que la abismal diferencia de 1 a 80 vaya desapareciendo.
Año nuevo para que las instituciones mundiales no estén al servicio de los ricos y poderosos ejerciendo el derecho de veto cuando las decisiones van en contra de sus intereses pecuniarios y a favor de los países más pobres.
Año nuevo para redescubrir el tercer lema de la Revolución Francesa, la fraternidad, olvidado permanentemente, y que surge desde diversos grupos de la colectividad mundial, convencidos de que sin ella no ha sido ni será posible realizar ni la libertad ni la igualdad.
Año nuevo para que surjan nuevos ciudadanos que, sin olvidarse de las concreciones familiares, de grupo o nación en que desarrolla su tarea vital, comprendan también que lo que nos une a todos es el hecho de ser persona y los derechos que de esta condición imana, vivamos donde vivamos, hayamos nacido donde hayamos nacido, tengamos la religión, ideología u opción sexual que podamos tener: un ciudadano universal viviendo cada uno en su realidad concreta.
Año nuevo para ir creando una cultura de paz y fraternidad, con respeto a todas las culturas, sabiendo que el género humano es uno y no excluyente, con una verdadera democratización de todos los niveles organizativos de las personas, en los que todos, nacidos en el planeta, quepamos en cualquier país y podamos también decidir en el mismo.
Año nuevo donde sustituyamos a todos los líderes que van por el camino de la guerra, que no estén por el respeto al medio ambiente, la naturaleza y las generaciones futuras, que no busquen concentrar la riqueza en pocas manos, y donde puedan ser sustituidos cada día con más intensidad por otros que nazcan de los más pobres y de los ambientes donde se ha sufrido el deterioro de años anteriores.
Año nuevo donde, al menos, no desaparezcan las utopías como estas que buscan un futuro nuevo y más humano para todo el mundo, y consiguientemente para Canarias, y donde los poetas, cultivadores de los sentimientos más profundos del ser humano, tengan un lugar destacado en la sociedad y en la actividad no solo cultural sino social y política.