Es lunes, y como a todos, se me hace pesado. Rompes con la monotonía del hacer lo que tú quieres, al que tu cuerpo se ha acostumbrado en el fin de semana, y comienzas a hacer lo que ya de alguna forma te viene programado: el trabajo.
Venía en el autobús y pensaba en ello. Otra vez a trabajar, a repetir lo mismo, con algo de creatividad, pues se trata de educar. Pero con el mismo grupo de gente, con los mismos horarios, con parecidos problemas. Es la rutina de cada día. ¿Quién nos librará de ella?
Sin embargo la vida está llena de rutinas. Y demos gracias que podemos disfrutar de la rutina del trabajo de cada día, de la rutina del comer a diario, de la rutina del ejercicio y de ejercitar la memoria.
¿Qué sería de un deportista si no se sometiera a la rutina del esfuerzo del entrenamiento todos los días? En poco tiempo, su ser deportivo desaparecería.
Y no digamos nada de la rutina del amor, del beso o de los besos diarios, del quererse de la pareja, de los roces mutuos. ¡Benditas rutinas todas ellas¡
¿Y nos quejamos? Haberlos haylos, que tienen otras rutinas más fastidiosas como son tener hambre todos los días, o sufrir la guerra en todo momento o vivir bajo la intemperie cada hora o aguantarse a un dictador en muchas decisiones que afectan a su vida.
Rutinas. Rutinas. Pero menos mal que hay un lunes abierto a las rutinas que nos dan el pan nuestro de cada día. Hola, Lunes, bienvenido a mi vida.
Venía en el autobús y pensaba en ello. Otra vez a trabajar, a repetir lo mismo, con algo de creatividad, pues se trata de educar. Pero con el mismo grupo de gente, con los mismos horarios, con parecidos problemas. Es la rutina de cada día. ¿Quién nos librará de ella?
Sin embargo la vida está llena de rutinas. Y demos gracias que podemos disfrutar de la rutina del trabajo de cada día, de la rutina del comer a diario, de la rutina del ejercicio y de ejercitar la memoria.
¿Qué sería de un deportista si no se sometiera a la rutina del esfuerzo del entrenamiento todos los días? En poco tiempo, su ser deportivo desaparecería.
Y no digamos nada de la rutina del amor, del beso o de los besos diarios, del quererse de la pareja, de los roces mutuos. ¡Benditas rutinas todas ellas¡
¿Y nos quejamos? Haberlos haylos, que tienen otras rutinas más fastidiosas como son tener hambre todos los días, o sufrir la guerra en todo momento o vivir bajo la intemperie cada hora o aguantarse a un dictador en muchas decisiones que afectan a su vida.
Rutinas. Rutinas. Pero menos mal que hay un lunes abierto a las rutinas que nos dan el pan nuestro de cada día. Hola, Lunes, bienvenido a mi vida.
1 comentario:
Hola de nuevo, pues si que ha sido casualidad...las rutinas.....ay! Por un lado son geniales, te permiten hacer un mapa de tu vida, situar a cada cosa en su sitio, en cierto modo, hacerte creer que "controlas la situación". Aunque como todo en la vida, necesita equilibrio, demasiadas rutinas no son buenas...besos
Estela
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