El Primero de Mayo, como todos sabemos, nace de la lucha de unos trabajadores reivindicando sus derechos. Ahí dejaron su piel y su sangre.
Hoy es más un día de descanso, de fiesta que de reivindicación. Y en España un día hermoso para los arquitectos, pues al haber solo un día intermedio entre domingo y martes, los puentes se fabrican y construyen que da gusto. Los que hoy hemos venido a trabajar, nos hemos encontrado las calles vacías. La circulación es mucho más rápida.
Unos le llaman Día del Trabajador, otros Día del Trabajo. Puede que en el fondo sea más lo segundo.
Hace 37 años que estoy trabajando. Que dejé como actividad la de estudiante. Después he seguido también estudiando, pero sin dejar el trabajo. En España dicen que hace falta 35 años de cotización para jubilarte. A mí de hecho me sobrarían dos. Pero el otro día descubrí que me faltan ocho todavía, y fue entonces, después de tanto tiempo cuando me dí cuenta que estuve ese tiempo trabajando sin cotizar a la Seguridad Social. Me han dicho donde puedo reclamar. Pero tendré que pagar lo que no pagué en ese tiempo o lo que no pagaron por mí.
La mayor parte de ese tiempo he trabajado más de ocho horas diarias. Dedicado con pasión, salvo etapas concretas y muy pequeñas que no estaba muy a gusto, a los trabajos que hacía. Me gustaba a lo que me dedicaba y eso me ilusionaba. No me importaba dedicarle horas. Seguramente hoy me lo plantearía de otra forma.
Porque cuando ya, cansado de tantos años de trabajo, me dicen que me faltan aún ocho, y que la tendencia general es aumentar los años después de los 65 legales, me da hastío y el cansancio se me acumula. Y ¿cuándo va uno a disponer de horas libres para hacer lo que a uno se le apetezca en cada momento? Si la jubilación es para estar jubiloso, ¿voy a disfrutarla cuando se apodere de mí la enfermedad o no pueda caminar?
Por eso digo que casi más Día del Trabajo que Día del Trabajador. Nos hemos seguido acomodando a tantas cosas, que se nos ha perdido el espíritu revolucionario, transgresor y rebelde que todo ser humano debe llevar dentro de sí para seguir conservando la dignidad y la libertad, eso que nos hace iguales a todos.
Hoy es más un día de descanso, de fiesta que de reivindicación. Y en España un día hermoso para los arquitectos, pues al haber solo un día intermedio entre domingo y martes, los puentes se fabrican y construyen que da gusto. Los que hoy hemos venido a trabajar, nos hemos encontrado las calles vacías. La circulación es mucho más rápida.
Unos le llaman Día del Trabajador, otros Día del Trabajo. Puede que en el fondo sea más lo segundo.
Hace 37 años que estoy trabajando. Que dejé como actividad la de estudiante. Después he seguido también estudiando, pero sin dejar el trabajo. En España dicen que hace falta 35 años de cotización para jubilarte. A mí de hecho me sobrarían dos. Pero el otro día descubrí que me faltan ocho todavía, y fue entonces, después de tanto tiempo cuando me dí cuenta que estuve ese tiempo trabajando sin cotizar a la Seguridad Social. Me han dicho donde puedo reclamar. Pero tendré que pagar lo que no pagué en ese tiempo o lo que no pagaron por mí.
La mayor parte de ese tiempo he trabajado más de ocho horas diarias. Dedicado con pasión, salvo etapas concretas y muy pequeñas que no estaba muy a gusto, a los trabajos que hacía. Me gustaba a lo que me dedicaba y eso me ilusionaba. No me importaba dedicarle horas. Seguramente hoy me lo plantearía de otra forma.
Porque cuando ya, cansado de tantos años de trabajo, me dicen que me faltan aún ocho, y que la tendencia general es aumentar los años después de los 65 legales, me da hastío y el cansancio se me acumula. Y ¿cuándo va uno a disponer de horas libres para hacer lo que a uno se le apetezca en cada momento? Si la jubilación es para estar jubiloso, ¿voy a disfrutarla cuando se apodere de mí la enfermedad o no pueda caminar?
Por eso digo que casi más Día del Trabajo que Día del Trabajador. Nos hemos seguido acomodando a tantas cosas, que se nos ha perdido el espíritu revolucionario, transgresor y rebelde que todo ser humano debe llevar dentro de sí para seguir conservando la dignidad y la libertad, eso que nos hace iguales a todos.