viernes, 21 de marzo de 2008

Vía Crucis de servicios públicos



MARIAN ÁLVAREZ
La Provincia-Diario de Las Palmas 23 03 08

María de la Cruz nació en 1915, el próximo 3 de mayo cumplirá 93 años. Después de dar a luz a ocho hijos, de haber tenido una alimentación escasa en calcio, de pasarse casi toda la vida en malas posturas, atendiendo a las tierras y los animales, y la consagrada menopausia, entenderán que sus huesos no están para muchas verbenas. María ya tenía una prótesis de cadera que le colocaron hace diez años, y hace un mes tuvo la mala suerte de caerse y romperse el fémur. Ingresó en el servicio de Urgencias de uno de los grandes hospitales de Las Palmas de Gran Canaria la madrugada de un viernes. Pasaron más de 12 horas hasta que la acomodaron en una cama en planta. Y con sus casi 93 años y el fémur roto aguantó tres días hasta que la operaron, pero su particular vía crucis sólo acababa de empezar.

Son incomprensibles las contradicciones que se dan entre el propio personal sanitario. Mientras el médico sostenía que la paciente podía colocarse en cualquier postura que no fuera de pie, algún auxiliar sostenía que debía estar siempre en la misma postura y alguna enfermera discutía que podía ladearse sobre el fémur operado. Y es que el personal sanitario que atendía a María no sabía de qué la habían operado: para unos se trataba de una prótesis de cadera y para otros le habían puesto un clavo entre el fémur y la cadera. A ninguno se le ocurrió mirar el historial de la paciente hasta que uno de sus familiares se plantó y les dijo que ya estaba bien de tanto cachondeo, que María era una persona, no un mueble, y que decidieran de una vez cuál era el protocolo para su recuperación. Curiosamente nunca había en planta un celador que echara una mano para cambiar a María de postura, por lo que los familiares, antes de esperar horas a que uno apareciera, optaban por hacerlo ellos mismos, siguiendo las instrucciones de algún auxiliar. Más curioso era que la enfermera preguntara a las visitas si le había dado las medicinas a la paciente porque ella no se acordaba ni lo había apuntado. Dada su edad, y su escasa movilidad, la familia planteó la posibilidad de derivar a la paciente a un centro asistido hasta que mejorara su estado. El traumatólogo dejaba la decisión en manos del geriatra, éste en manos del asistente social y éste devolvía la pelota al traumatólogo. Al final, y después de mucho pelear y rogar, como si de un favor se tratara, María fue derivada a otro centro sanitario durante dos semanas hasta que mejorara su estado de salud.

Antonio tiene 63 años recién cumplidos. Hace más de un año comenzó a sufrir unos dolores insoportables en la espalda. Su médico de familia no encontró solución para su dolencia y lo derivó al especialista. Pasaron seis meses hasta que el traumatólogo lo recibió, en junio de 2007. El médico ordenó tres pruebas diagnósticas, dos se practicaron en el mes de octubre, y la tercera, una resonancia, en enero de 2008. Curiosamente las pruebas que se hicieron al paciente se perdieron por el camino y nadie sabía dónde se encontraban. La burocracia manda y después de pasar por un sinfín de departamentos Antonio tuvo que rellenar documentos para que alguien se pusiera a buscar las pruebas. Y aparecieron. Pero Antonio, y su dolor de espalda, tendrán que esperar al próximo mes de agosto para que el traumatólogo los reciba. Sólo habrán pasado 20 meses desde que comenzaran los dolores hasta que el médico pueda decirle qué tipo de dolencia sufre.

Lidia tiene 37 años y vive en Jinámar (Telde). Cuando en su centro de salud ha pedido cita con un ginecólogo le han dicho que no hay ese tipo de especialidad para los ciudadanos de esa zona, que no pueden derivarla a ningún servicio, ni en su municipio ni en el resto de la Isla. La última vez que Lidia preguntó le dijeron que estaba de enhorabuena, y que para 2009 ya podrían contar con un ginecólogo que las atendiera. Claudia tiene casi cuatro años, y estudia en un colegio público de la capital. El patio de la escuela está hecho de asfalto, el mismo que se usa para las carreteras, porque es más barato. Luce unas manos de pintura, pero no amortigua los golpes que se da la pequeña cuando, como todos los niños, corre y juega por el patio.

María es mi abuela, Antonio mi padre, Lidia mi hermana y Claudia mi sobrina. Y cuando hablo con ellos de estas cosas no encuentro argumentos para explicar que, pese a todo, son afortunados por vivir en el Primer Mundo. Me cuesta encontrar razones para defender los servicios públicos y explicarles que todo el dinero que pagan en impuestos, que han aportado durante años de sus exiguas nóminas, son fondos bien gestionados por la Administración para garantizar el bienestar de sus ciudadanos, la supuesta prioridad de un Estado democrático y sus gobiernos: central, autonómico y local. Lo más duro es, en cualquier caso, la impotencia que siento de no poder hacer nada por ellos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece una descripción sumamente interesante que valdría para cualquier provincia española. Muy buena, roberto

* dijo...

Te doy totalmente la razón, y es que la sanidad pública para nuestra desgracia funciona mas o menos un 90% mal.
Hace 3 semanas mas o menos me enteré de que estaba embarazada, como estaba tomando una medicación muy fuerte fui a urgencias (los servicios de atención primaria estaban de huelga), era viernes, y me dijeron que la dejara al momento y fuera al medico de cabecera, como ya no me daban vez el lunes fui por urgencias del ambulatorio y la contestación de mi doctora fue que ese no era un motivo para ir por urgencias, u wir volviera otro día, debido a una serie de cuestiones estuve toda la semana con los efectos secundarios horribles de haber dejado la medicación. Este lunes fui porque estoy medio con gripe (tos, congestión nasal) y después de insistir 3 veces me recetó un jarabe... cual fue mi sorpresa al leer el prospecto que dicho jarabe no es conveniente tomarlo en el primer trimestre del embarazo.... en fin que es una loteria, te puede tocar uno bueno como uno que va a su bola.... así vamos de bien.

Espero que tu familia ya esté mejor.
Saludos.