sábado, 29 de marzo de 2008

Jesús y la política



Jesús y la política

Jesús nació, vivió y murió en un país dominado y explotado por una potencia extranjera, el Imperio Romano. En vida de Jesús, por las calles de Jerusalén se paseaban los legionarios romanos que imponían su ley con brutal contundencia. Además, Roma abrumaba a los habitantes de Palestina con impuestos calculados caprichosamente, siempre en detrimento de los pobres. Los recaudadores de tales impuestos eran los publicanos, que aumentaban la presión fiscal en beneficio propio, o sea, robaban a los pobres. Y además eran colaboracionistas con el Imperio opresor. Si Jesús predicaba la justicia y la liberación contra opresiones y esclavitudes ¿cómo se explica su silencio ante la opresión más dura que sufría su pueblo?

Jesús no fue un cobarde. Ni pretendió ingenuamente enseñar una religión que "no se mete en política". Lo que ocurre es que Jesús vio claramente que lo único que cambia de verdad la política es la renovación interior de las personas. La pena es que no creemos en esto. Sin embargo, si algo dejó claro el movimiento de Jesús es que un pequeño grupo de personas, que se renuevan de verdad interiormente, transforman un Imperio.

Todos queremos renovar a los gobernantes. Lo que nadie quiere es renovarse a si mismo. En esto está la clave del silencio do Jesús ante el poder opresor de los romanos. Por eso, cuando a Jesús le dicen que Pilatos había asesinado a unos pobres galileos, Jesús no dice que había que expulsar a los romanos, sino que lo que Dios quiere es que cada cual se convierta. Además Jesús admitió, en el grupo de sus discípulos más cercanos, lo mismo a publicanos que colaboraban con los romanos que a quienes luchaban contra ellos, un zelota (Simón) y un sicario (Judas). Más aún, Jesús juzgó positivamente a cargos importantes de las tropas extranjeras.


Y es que Jesús llegó lo más lejos posible en la renuncia al afán de dominar a los demás. G. Theyssen, el especialista que seguramente ha estudiado mejor este asunto, indica cómo, en el Sermón del Monte, descubrimos no sólo la invitación a refrenar la agresividad hacia los otros, sino también a soportar su agresividad. Jesús, en efecto, formula esta exhortación paradójica: "Si uno te abofetea en la mejifia derecha, ponle también la otra". Es una invitación clásica a la auto-estigmatización, es decir, a abrazar abierta y libremente una posición inferior que atrae y soporta la agresión de los demás. Solamente de ese modo, el otro no quedará reforzado en su obrar, sino que quedará desarmado, sin argumentos y, por eso, se sentirá inseguro.

Después de la reciente campaña electoral, ha quedado patente que los obispos españoles han tomado una postura que nada tiene que ver con la postura que adoptó Jesús, en ese orden de cosas. Primero, porque lo más claro en la postura de los obispos ha sido su opción política, mientras que en Jesús lo más claro fue su opción religiosa. Segundo, porque los obispos han asumido una opción claramente conservadora, mientras que Jesús tomó una decisión provocativamente renovadora.

Quiero decir: si por algo se habla hoy en España de los obispos, es por su opción política, en tanto que, si por algo se hablaba en Palestina de Jesús, fue por su opción religiosa.
José M CastilloBilbao- Fuente: Diario DEIA » DIRECCIÓN: Cartas al Director.

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