jueves, 13 de marzo de 2008

Bondades humanas


Algunos amigos me han comentado que,
aun cuando el amor y la compasión son buenos y maravillosos,
no son, en realidad, dema­siado importantes.


Aseguran que nuestro mundo no es un lugar donde estas virtudes ejerzan mucha influencia o poder
y sostie­nen que la ira y el odio están tan enraizados en la naturaleza hu­mana que la humanidad estará siempre dominada por ellos.


No comparto esta opinión.
Los seres humanos llevamos existiendo en nuestra forma ac­tual desde hace más de cien mil años.

Estoy convencido de que si durante todo ese tiempo la mente humana hubiese estado gober­nada principalmente por la ira y el odio,
la población habría dis­minuido.

Sin embargo, hoy en día, a pesar de todas las guerras, vemos que la población humana es más numerosa que nunca,
lo cual es un claro indicio de que, si bien la ira y la violencia están presentes en el mundo,
el amor y la compasión predominan en él.

Esa es la razón de que lo que llamamos «noticias» estén com­puestas en su mayor parte por hechos desagradables o trágicos;
los actos compasivos son tan habituales en la vida cotidiana que los damos por sentado y, en consecuencia, no los tenemos en cuenta.
Si observamos la naturaleza humana, comprobamos que es más bondadosa que agresiva.

Por ejemplo, si examinamos los animales, reparamos en que los animales de naturaleza más pacífica tienen una estructura corporal
que armoniza con esa naturaleza, mien­tras que los animales predadores poseen una constitución confor­me a su forma de ser.

Si comparamos el tigre y el ciervo vemos que hay diferencias notables en sus respectivas estructuras físicas;
y si a continuación comparamos nuestra estructura corporal con la de ellos,
vemos que estamos más cerca de los ciervos o de los conejos que de los tigres.


¿Acaso nuestros dientes no se parecen más a los de un conejo que a los de un tigre?


Nuestras uñas son otro buen ejemplo de ello.
Dudo que de un arañazo pudieran lastimar a una rata.

Es evidente que gracias a nuestra inteligencia humana somos capaces de inventar y utilizar
todo tipo de mecanismos y artilugios para conseguir cosas que de otro modo nos estarían vedadas,
pero ciñéndonos a la constitución física pertenecemos a la categoría de los animales dóciles.


Al fin y al cabo somos animales sociales, y sin la amistad y la sonrisa de nuestros congéneres
nuestras vidas serían desgraciadas y nuestra soledad abrumadora.


Esta interde­pendencia humana es una ley fundamental de la naturaleza,
lo que equivale a decir que, según la ley natural, dependemos de los demás para subsistir.


Dalai Lama - Con el corazón abierto

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