miércoles, 19 de marzo de 2008

El Viernes Santo no se come carne



En Semana Santa no se puede comer carne. Sobre todo, el Viernes Santo. Así me enseñaron de pequeño. Siempre preguntaba por qué, cuál era el motivo. Algo que no podía entender. Ese día todos cambiaban y siguen cambiando la carne por el pescado. Tal que la gente compraba y sigue comprando cherne, un pescado que se conserva salado y que se usa mucho en Canarias, para hacer nuestra comida típica, el sancocho.


Recuerdo también hace muchísimo tiempo, con unos 25 años, estar comiendo con unos amigos en un restaurante de Tenerife un viernes de los tantos de Cuaresma. En la mesa de al lado se sentó el obispo de aquella isla y un grupo de personas. Como no se podía comer carne, comieron mariscos. Y en voz alta comentó el obispo la razón de aquel menú. Pregunté a mis amigos de qué penitencia se trataba pues los mariscos eran mucho más caros que la carne.

Y volviendo hacia atrás, como los niños son unos preguntones y el por qué siempre está en sus labios creo recordar la explicación que me dio mi abuela. No se come carne el Viernes Santo, me dijo ella, porque la carne es muy cara, es un artículo de lujo, ese día nos privamos de ella y comemos otra cosa más barata, y la diferencia va de limosna a los pobres. Encontré sentido a aquella explicación que, como siempre, expresaba la sabiduría popular de mi abuela, de quien tanto aprendí y que tanto nos enseñó a sus nietos.


Con el paso del tiempo la carne bajó de precio, y el pescado subió. Hoy la gente se pelea por conseguir cherne para el sancocho del Viernes Santo, y lo más barato que lo encuentra es a 12 euros, con lo cual compran otro pescado. ¿Por qué tanto lío, me pregunto? Si la razón era no darnos un lujo un día como Viernes Santo, lo más práctico, si queremos seguir siendo consecuentes con los razonamientos de fondo, es comer hoy carne y abstenernos de pecado. ¿No sería más penitencia cambiar una buena morcilla de Teror por un cherne o por la perca y la corvina que son los pescados que le siguen en precios?


Una vez mas hacemos de costumbres culturales, propias de un momento histórico, verdades fundamentales para toda la vida. Una vez más encontramos en todas las religiones normas y costumbres que no perteneciendo a lo esencial de las mismas, las constituimos en cosas fundamentales donde parece que, transgrediéndolas, violamos lo mas importante, que suele ser lo que sale del corazón –las buenas intenciones, los buenos sentimientos, los deseos limpios para los demás, la generosidad- y nos seguimos quedando con lo que entra por la boca, que no suele manchar el corazón de las personas, si acaso hace daño a un estómago débil.

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