PASAPORTE AL SUFRIMIENTO
Le habían comentado que, más allá de sus fronteras, había otro mundo,
con grandes posibilidades para adquirir recursos que los suyos necesitaban con urgencia.
Y tocando aquí y allá, reunió con lo que compraría su pasaporte al sufrimiento.
Un día surcó los cielos y con el corazón cargado de esperanzas y una alforja de sueños llegó a su cometido.
Pero no era el paraíso soñado, no por el entorno geográfico que la dejó maravillada, sino por la calidez humana que allí no encontró, la falta de respeto hacia la persona, porque el indocumentado es sinónimo de maleante, aunque lleve una preparación y porte un legado de virtudes.
Y así inició su calvario, habló aquí y allá para ver si podía iniciase a trabajar, en algo de acuerdo a su preparación, mientras legalizaba sus papeles. Recorrió calles desconocidas, pasó días solo probando bocado para que lo poco que llevaba le rindiera. Con su titulo bajo el brazo, y un anillo que le recordaba que se había preparado en una Universidad para conseguir un trabajo decente.
Era una sin papeles, alguien le sugirió y le indicó la dirección donde personas como ella encontrarían trabajo,....llegó, era un invernadero de tomates, su trabajo agobiante, nada tenia que ver con el titulo que aun no había desenrollado porque a nadie le interesaba. Pero aceptó el trabajo porque lo poco que llevaba se había terminado, ya tenia hambre y necesitaba un techo que allí le ofrecían.
No era un trabajo para su condición de mujer, pero no había otra alternativa. Días de sudor y cansancio, agotamiento total y empezó a enfermarse con problemas respiratorios, porque allí no se cumplían las recomendaciones básicas de seguridad y manejo de plaguicidas. Y explotada por quien quiere el mayor beneficio al menor costo, aprovechando su situación. Esto rebasaba sus fuerzas.
Quería regresar a su país, pues necesitaba mucho tiempo para legalizar su documentación y su salud empeoraba. Lo poco que había ganado no le alcanzaba para pagar su viaje. Fue cuando un compañero de trabajo, le sugirió ir a una comisión de ayuda para los inmigrantes, allí le tendieron la mano y ofrecieron ayudarla para que regresara a su país ,pues ella lo pedía así.
Ahora de nuevo en su tierra, con un daño en sus pulmones como el único recuerdo de haber tenido la osadía de querer progresar, le parece haber vivido una pesadilla y rememora con tristeza sus sueños truncados.
Le habían comentado que, más allá de sus fronteras, había otro mundo,
con grandes posibilidades para adquirir recursos que los suyos necesitaban con urgencia.
Y tocando aquí y allá, reunió con lo que compraría su pasaporte al sufrimiento.
Un día surcó los cielos y con el corazón cargado de esperanzas y una alforja de sueños llegó a su cometido.
Pero no era el paraíso soñado, no por el entorno geográfico que la dejó maravillada, sino por la calidez humana que allí no encontró, la falta de respeto hacia la persona, porque el indocumentado es sinónimo de maleante, aunque lleve una preparación y porte un legado de virtudes.
Y así inició su calvario, habló aquí y allá para ver si podía iniciase a trabajar, en algo de acuerdo a su preparación, mientras legalizaba sus papeles. Recorrió calles desconocidas, pasó días solo probando bocado para que lo poco que llevaba le rindiera. Con su titulo bajo el brazo, y un anillo que le recordaba que se había preparado en una Universidad para conseguir un trabajo decente.
Era una sin papeles, alguien le sugirió y le indicó la dirección donde personas como ella encontrarían trabajo,....llegó, era un invernadero de tomates, su trabajo agobiante, nada tenia que ver con el titulo que aun no había desenrollado porque a nadie le interesaba. Pero aceptó el trabajo porque lo poco que llevaba se había terminado, ya tenia hambre y necesitaba un techo que allí le ofrecían.
No era un trabajo para su condición de mujer, pero no había otra alternativa. Días de sudor y cansancio, agotamiento total y empezó a enfermarse con problemas respiratorios, porque allí no se cumplían las recomendaciones básicas de seguridad y manejo de plaguicidas. Y explotada por quien quiere el mayor beneficio al menor costo, aprovechando su situación. Esto rebasaba sus fuerzas.
Quería regresar a su país, pues necesitaba mucho tiempo para legalizar su documentación y su salud empeoraba. Lo poco que había ganado no le alcanzaba para pagar su viaje. Fue cuando un compañero de trabajo, le sugirió ir a una comisión de ayuda para los inmigrantes, allí le tendieron la mano y ofrecieron ayudarla para que regresara a su país ,pues ella lo pedía así.
Ahora de nuevo en su tierra, con un daño en sus pulmones como el único recuerdo de haber tenido la osadía de querer progresar, le parece haber vivido una pesadilla y rememora con tristeza sus sueños truncados.
Nelly Guerrero
1 comentario:
GRACIAS POR PENSAR EN NOSOTROS LOS ESTRANJEROS...ME SENTI IDENTIFICADA
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