Recorría un centro comercial y llegó la hora de mi café, cosa que
me avisa con una exactitud mi reloj de costumbres.
Entro a la cafetería y pido un marroncito para luego ir a instalarme
en una de las mesitas, pero hay tal cantidad de gente que todas
están ocupadas. Me dirijo a una donde sobran 2 sillas pero hay una pareja
que aplicándoles la psicología me parecieron buena gente.
Saludo y pido si me permiten sentarme con ellos, como sincronizados y con una amable sonrisa me invitan a sentarme. Es una pareja que, por la pinta, no llegaban a los cincuenta.
Hacia un frío intenso, ella llevaba una bonita bufanda, el una chaqueta de buen corte.
Entablamos inmediatamente una conversación, me contaron que ya están solos,
pues tuvieron un hijo y un trágico accidente lo arrancó de su lado.
Noté en seguida que las lágrimas se asomaron a los ojos de ambos y quise cambiar de conversación para evitarles un mal momento.
Pero fue imposible ya la señora había iniciado el viaje donde su hijo pereció.
El señor agachó la cabeza y colocó su mano en actitud pensativa y la señora seguía su relato, contaba desde el momento que salieron de su casa
a realizar un viaje muy largo hasta el momento que dice se quedaron dormidos porque ya era muy tarde, y se despertaron cuando el carro caía por un barranco, la señora narraba lo terrible del momento y el señor seguía agachado, de pronto ella dijo, allí murió nuestro hijo pues tuvo la mala suerte de golpearse la cabeza contra una roca.
En ese momento ella estaba llorando con gran amargura y a mis ojos también asomaron las lágrimas. Mientras ella hablaba yo pensaba como consolar a esa madre, a quien se le había arrancado un pedazo de su ser, el único que tenia.
Lamento, haber traído ese recuerdo les dije, entonces el señor levantando la cabeza me dijo, al contrario estoy agradecido con Ud que prestó atención a
mi esposa que una y otra vez ha intentado contarlo, tal vez para desahogar un poco esa pena que nos está acabando. En ese momento comprendí que yo también quise cortar esa conversación que me deprimía pero era tanto su afán de narrarla que opté por escucharla.
Después de haber oído aquel padre sentí una gran alegría de haber podido ser receptora para que comunicando sus penas se sintieran mejor.
Ya sin darme cuenta habían pasado las horas, intercambiamos direcciones y les hice la promesa de visitarlos.
De regreso a casa pensé en lo importante de escuchar, que supone callarse y donar tiempo. Es utilizar los oídos y el corazón para poder comprender como en este caso el sufrimiento de los demás. Pienso que muchas veces la razón por la que no escuchamos es que sentimos temor de ser influidos por los demás. Pero si comprendemos que los demás tienen razón logramos escuchar con mayor atención. Cuando los escuché les di una oportunidad de acercarse y desahogar sus penas, gané unos amigos y sentí la alegría de ser útil escuchando a los demás y comprendí que no había perdido mi tiempo.
Nelly Guerrero
me avisa con una exactitud mi reloj de costumbres.
Entro a la cafetería y pido un marroncito para luego ir a instalarme
en una de las mesitas, pero hay tal cantidad de gente que todas
están ocupadas. Me dirijo a una donde sobran 2 sillas pero hay una pareja
que aplicándoles la psicología me parecieron buena gente.
Saludo y pido si me permiten sentarme con ellos, como sincronizados y con una amable sonrisa me invitan a sentarme. Es una pareja que, por la pinta, no llegaban a los cincuenta.
Hacia un frío intenso, ella llevaba una bonita bufanda, el una chaqueta de buen corte.
Entablamos inmediatamente una conversación, me contaron que ya están solos,
pues tuvieron un hijo y un trágico accidente lo arrancó de su lado.
Noté en seguida que las lágrimas se asomaron a los ojos de ambos y quise cambiar de conversación para evitarles un mal momento.
Pero fue imposible ya la señora había iniciado el viaje donde su hijo pereció.
El señor agachó la cabeza y colocó su mano en actitud pensativa y la señora seguía su relato, contaba desde el momento que salieron de su casa
a realizar un viaje muy largo hasta el momento que dice se quedaron dormidos porque ya era muy tarde, y se despertaron cuando el carro caía por un barranco, la señora narraba lo terrible del momento y el señor seguía agachado, de pronto ella dijo, allí murió nuestro hijo pues tuvo la mala suerte de golpearse la cabeza contra una roca.
En ese momento ella estaba llorando con gran amargura y a mis ojos también asomaron las lágrimas. Mientras ella hablaba yo pensaba como consolar a esa madre, a quien se le había arrancado un pedazo de su ser, el único que tenia.
Lamento, haber traído ese recuerdo les dije, entonces el señor levantando la cabeza me dijo, al contrario estoy agradecido con Ud que prestó atención a
mi esposa que una y otra vez ha intentado contarlo, tal vez para desahogar un poco esa pena que nos está acabando. En ese momento comprendí que yo también quise cortar esa conversación que me deprimía pero era tanto su afán de narrarla que opté por escucharla.
Después de haber oído aquel padre sentí una gran alegría de haber podido ser receptora para que comunicando sus penas se sintieran mejor.
Ya sin darme cuenta habían pasado las horas, intercambiamos direcciones y les hice la promesa de visitarlos.
De regreso a casa pensé en lo importante de escuchar, que supone callarse y donar tiempo. Es utilizar los oídos y el corazón para poder comprender como en este caso el sufrimiento de los demás. Pienso que muchas veces la razón por la que no escuchamos es que sentimos temor de ser influidos por los demás. Pero si comprendemos que los demás tienen razón logramos escuchar con mayor atención. Cuando los escuché les di una oportunidad de acercarse y desahogar sus penas, gané unos amigos y sentí la alegría de ser útil escuchando a los demás y comprendí que no había perdido mi tiempo.
Nelly Guerrero
5 comentarios:
Escuchar, que no es oir
Es atender y entender; es intentar comprender...
Es como abrazar el alma del que habla, y con él, sentir lo mismo que siente: alegría si está alegre. y dolor si está sufriendo.
Es saber estar callado mientras habla, pendiente sólo de su palabra.
Sin prisa ...y eso tambien es amar.
Maria Consuelo
Nelly,has donado muy bien tu tiempo ,nada se puede comparar con
la alegria que sentimos cuando somos escuchados,es que nos parece que la otra persona comparte de verdad la pena o la alegria que
sentimos.
No tengo duda que eres muy buena oyente.
Abrazos
Jorge Suriol
El escuchar; el darse por completo al otro que necesita ser escuchado; el saber entregarse a quien lo necesita, son signos de saber amar al prójimo y en esas simples acciones,se da cumplimiento al mandato divino que así lo dispone.
Fácil es dar. Difícil es darse. Pero quien lo hace, sabe perfectamente que su mejor recompensa, es haber hecho eso, escuchar, sentir, amar.
Gracias Nelly por tu entrega.
" donando tiempo " me pegó la frase querida Nelly ¿ sabes por qué ? simplemente no tiene precio el poner la oreja y que el otro u otra desembuche su angustia, al sacarla no quiere decir que se cure pero se comienza a caminar más liviano de equipaje, van quedando las piedras del dolor por el camino.
Hermoso gesto hermana.
un beso ...... María Ofelia
Resulta un hecho evidente que cada persona, en su fuero interior, desea o necesita ser escuchado con respeto y consideraciòn.
Sin embargo, tendemos a sentirnos frustrados, pues son pocos los que pueden ostentar algún dominio notable en el arte de saber escuchar.
Que bueno que pudiste dar esa satisfacciòn a quienes lo necesitaban.
Un abrazo
Cilmar
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