viernes, 18 de abril de 2008

Hablando solo




He tenido hoy ganas de escribir algo. Pero no sé exactamente sobre qué cosa. Se me cruzan muchos sentimientos, ideas y opiniones. Todo me aparece mezclado, pero al mismo tiempo como si todo se me fuera, o más bien me lo quitaran. Como si un ave de presa volara por los campos donde me muevo, y en algunos momentos se bebiera mis sueños e ilusiones, dejándome llevar y no importándome si escucho música griega o celta, si me asomo al Mediterráneo o me quedo contemplando el Atlántico.

No, no es negatividad. Hay momentos que son así, si. Pero en medio de las serpientes que uno suele encontrarse en el camino brilla siempre la Luna que me indica que la historia ha pasado por mí y yo por la historia. La luz sigue ahí, me ha iluminado en la noche y yo me he dejado llevar por esa luz. Una luz que en mi interior tiene nombres, acontecimientos, hechos, impresiones y, sobre todo, personas.

De todas formas no es bueno apresurarse ante sentimientos y opiniones encontradas. En la vida hay que darle tiempo al tiempo. Y el tiempo que transcurre a su modo y manera se encarga poco a poco de irle dando forma a las cosas. Puede también que la excesiva prudencia no sea buena consejera y que en la lucha por decir aquello que sientes, a la hora de expresarlo gane más la conveniencia que la sinceridad.

Con sesenta años ya nada me asombra. Pero siempre sigue sorprendiéndose uno. Y me hace bien seguir descubriendo gente con ilusión y con ganas de novedades. Me recuerda que debo seguir viviendo en la frontera y que, desde mi experiencia, he de ayudar y colaborar para que todos hagan valer sus derechos. Pues la vida para la gente y para los pueblos es algo parecido a un concurso, cuyas reglas deberían cubrir todas las posibilidades existentes de tal manera que todos pudieran presentarse y que en el resultado ninguna conflictividad posible pudiera aparecer. No puede prevalecer el interés o el capricho de los que lo organizan, entre otras cosas porque han sido elegidos democrática, que no dedocráticamente, por todos los concursantes. Eso sí, siempre toda regla tiene excepciones. Y aquí también. A mi juicio debería aplicarse aquella de “en caso de duda, apoye al más débil”, pero participando. O al menos que sea fácil demostrar que no lo dejaron participar. Cosa que por otra parte puede que no resulte muy difícil. Eso sí, habría una normativa que inventar que no suele estar en ningún concurso: en este que me estoy refiriendo, y que no sé si he podido dejar claro de cual se trata en este cruce de ideas, nunca se cierra el plazo de admisión.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Armando, escribes textos muy valiosos, interesantes y que aportan muchísimo, pero cuando hablan de tí y no de los derechos de otros, de las injusticias, etc., reflejan tu calidad humana. Aprecio mucho cuando compartes lo que sientes, lo que vives o lo que te inquieta. Este es un infinito espacio virtual, pero se vuelve el salón de una casa de amigos que hablan de muchas cosas, y que también abren su alma para compartir su valioso interior.
Es un privilegio contar con tu amistad. Es muy bonito tu texto.
Tere García Ahued.