viernes, 11 de abril de 2008

A los 40 años de Luther King



"No fue un soñador, pero perseguía un sueño". 40 años del asesinato de Luther King

Martin Luther King logró convencer a su raza de que la libertad no es una ilusión sino una esperanza, algo alcanzable.

08-04-2008 –

Desenmascarando a los violentos y movilizando a los oprimidos, por vías pacíficas y prédica de la no violencia, venció el miedo colectivo y logró que millones salieran a la calle a reclamar sus derechos.

Martin Luther King nació el 15 de enero de 1929 en Atlanta (Georgia). Su padre era un clérigo bautista que luchó contra la segregación racial que existía en Estados Unidos y participó en numerosas actividades para obtener la igualdad entre razas.

Mientras cursó la escuela ganaba algunos dólares repartiendo periódicos. En 1944 inició sus estudios en el Morehouse College de Atlanta, único instituto para negros de la ciudad. Pensó en ser médico, como camino para ayudar a los demás, pero –según explican sus biógrafos- cambió esa vocación a partir de algunas lecturas, entre las que se destaca el libro “Desobediencia civil”, de Henry David Thoreau, donde se leen frases como esta: “No puedo reconocer ni por un momento a una organización política como mi gobierno, que es también un gobierno esclavista. La prisión es el lugar adecuado para un hombre justo, la única casa donde un hombre libre puede vivir con honor en un estado de esclavitud”.

En 1946, tras las huellas de su padre, decidió hacerse pastor, en tanto numerosas lecturas (de Platón, Aristóteles, Rousseau, Hobbes, Stuart Mill, Locke) lo pusieron en contacto con las cuestiones éticas y sociales. También leyó a Marx, pero la influencia más fuerte la recibió de la vida y enseñanzas de Mahatma Gandhi y su enfrentamiento a la Policía y al Ejército del imperio inglés sin un solo gesto de violencia.

Después de casarse y conseguir el título de doctor, Luther King aceptó el cargo de pastor en una iglesia bautista de la ciudad de Montgomery, donde inició su lucha contra la discriminación racial.
A fines de agosto de 1955, una modista negra (Rosa Parks) se negó a ceder su asiento en el autobús a un pasajero blanco; el conductor llamó a la Policía y la mujer fue detenida. El hecho puso en primer plano una vez más la segregación a que estaban sometidos los afrodescendientes, al no poder acceder a piscinas, escuelas, restaurantes y un gran número de servicios públicos exclusivos para los blancos.

Martin Luther King, presidente del movimiento de protesta organizado a raíz de la detención de Rosa Parks, exhortó a la población negra a no utilizar los autobuses ni ningún otro servicio que aplicara la discriminación. El término elegido no fue huelga, ni boicot, sino la expresión gandhiana “no colaboración”. La protesta fue un éxito. Las autoridades se comprometieron a dar un tratamiento digno a los negros y a no discriminarlos en los servicios públicos.

Los grupos racistas pasaron a la ofensiva. El 30 de enero de 1956 estalló una bomba en la casa de Luther King, en Montgomery, atentado del que felizmente resultaron ilesas su esposa y su hija Yolanda. El hecho suscitó la ira de la población negra, a la queLuther King debió calmar, explicando: “Por favor, regresad a casa, dejad vuestras armas. No podemos resolver este problema mediante la venganza. Hemos de tratar la violencia con la no violencia. Hemos de amar a nuestros hermanos blancos independientemente de lo que nos hagan. Hemos de transformar el odio en amor”. Este hecho le dio prestigio a escala nacional.

El año 1963 fue marcado por grandes movilizaciones por los derechos civiles, encabezadas por Luther King. EnBirmingham, tras varios días de manifestaciones y protestas violentamente reprimidas por la Policía se logró que quedara abolida la segregación racial y se promoviera el empleo y el desarrollo profesional de la comunidad negra. Además, quedaron en libertad todos los detenidos durante la campaña y los responsables de la Policía fueron relevados de sus cargos.

El presidente Kennedy presentó en el Congreso una nueva legislación de derechos civiles destinada a establecer una mejora en la posición social, laboral y legal de los negros. Para apoyar esa propuesta, Luther King promovió la “Marcha sobre Washington”, una gigantesca manifestación que el 28 de agosto de 1963 congregó a más de 250 mil personas, ante las cuales Luther King, erigido en líder moral de la nación, pronunció un emotivo discurso. En un pasaje del mismo expresó: “Tengo un sueño. Sueño que mis hijos podrán vivir un día en una nación donde nadie sea juzgado por el color de su piel sino según su carácter. Tengo el sueño de que un día los niños y niñas negros estrecharán las manos de los niños y niñas blancos, y todos se reconocerán como hermanos. Sueño que un día se levantarán los valles y cada montaña será abatida. Los lugares ásperos serán aplanados y los torcidos serán enderezados”.

Pocos meses después de la entrada triunfal en Washington se produjo el asesinato de Kennedy con el cual Luther King estaba bien relacionado. El 10 de diciembre de 1964 le fue concedido el Premio Nóbel de la Paz. Tenía 35 años. Era el hombre más joven que recibía ese honor. Paralelamente, Edgar Hoover, director del FBI, llamó a King “el mentiroso más notable del país”, considerándolo un adversario peligroso.

Al final de su lucha, M. Luther King buscó unir a negros y blancos, dejando de ser el representante de los negros para ser el de los pobres, fuesen del color que fuesen. Se encontraba preparando una nueva marcha de los pobres, cuando James Earl Ray, un criminal profesional, disparó contra él asesinándolo. Era el 4 de abril de 1968.

Sus escritos nos dejan testimonio de su dolor y de su causa. Por ejemplo: “Hemos esperado más de 340 años nuestros derechos constitucionales y dados por Dios. Las naciones de Asia y África se están moviendo a la velocidad de un reactor hacia la meta de la independencia política, y nosotros todavía vamos despacito, a caballo y a paso de tortuga hacia la consecución de una taza de café en un puesto de comidas. Supongo que, para quienes nunca han sentido esos punzantes dardos de la segregación, es fácil decir ‘espera’. Pero cuando has visto a turbas crueles linchar a tus madres y padres a voluntad y ahogar a tus hermanas y hermanos a capricho, cuando has visto a policías llenos de odio maldecir, patear, maltratar brutalmente e incluso matar a hermanas y hermanos negros con impunidad, cuando de repente te das cuenta de que la lengua se te traba y las palabras te faltan, cuando intentas explicar a tu hija de seis años por qué no puede ir al parque de atracciones público que acaban de anunciar en la televisión, y ves las lágrimas brotar de sus ojitos cuando se le dice que la ciudad de la diversión está cerrada para los niños de color, entonces se puede entender por qué nos resulta difícil esperar”.

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