Enclavado en medio de montañas, se encuentra un pintoresco
pueblo venezolano, al que llegamos luego de recorrer una carretera
bordeada de una exuberante vegetación, coronar un páramo que
nos obligó a buscar abrigo y detenernos para saborear una humeante taza de café, para luego continuar el recorrido ya entrados en un poco de calor.
Allí en ese pueblo desconocido por muchos se encuentra un lugar llamado El carpintero de la Montaña. Es un tranquilo recinto que tiene como marco
un hermoso paisaje de la zona rural, con árboles y flores ,un arroyo de agua
cristalina y pájaros que alegran con su dulce trinar. Aquí viven ancianos que se han quedado sin familia.
Pero en ese remanso de paz, esos ancianos han encontrado tanto amor
que hablar con ellos es contagiarse de ese entusiasmo que ellos transmiten.
Es encomiable la labor de las personas encargadas de esa institución.
Hay una entrega total para que los ancianos vivan con serenidad y dignidad
esta etapa de su vida, para que sean más llevaderos sus achaques y más fácil
su recorrido.
Algo digno de resaltar es el interés para que cada uno desempeñe el trabajo
que siempre le gustó, algunos con sus limitaciones pero felices de hacerlo y
de sentirse útiles hasta el atardecer de su vida.
Un anciano nos mostraba orgulloso la siembra realizada por él.
Una señora de acento extranjero y de amable sonrisa
nos dijo que escribía sus memorias, dado que escribir había sido su sueño.
Después de compartir e intercambiar ideas con esos seres maravillosos,
emprendimos el regreso con esa hermosa sensación que da el saber que
aún en medio de la pérdida de valores, hay personas
que reconocen que la presencia de los ancianos en nuestro mundo actual
es una riqueza, porque ellos son poseedores de un legado de conocimientos
y dieron forma a nuevas generaciones, la mayoría de las cuales ha perdido la
noción del valor que tienen los ancianos como pilar familiar y que por consiguiente
deben de ser tratados con el mayor respeto a su dignidad humana.
pueblo venezolano, al que llegamos luego de recorrer una carretera
bordeada de una exuberante vegetación, coronar un páramo que
nos obligó a buscar abrigo y detenernos para saborear una humeante taza de café, para luego continuar el recorrido ya entrados en un poco de calor.
Allí en ese pueblo desconocido por muchos se encuentra un lugar llamado El carpintero de la Montaña. Es un tranquilo recinto que tiene como marco
un hermoso paisaje de la zona rural, con árboles y flores ,un arroyo de agua
cristalina y pájaros que alegran con su dulce trinar. Aquí viven ancianos que se han quedado sin familia.
Pero en ese remanso de paz, esos ancianos han encontrado tanto amor
que hablar con ellos es contagiarse de ese entusiasmo que ellos transmiten.
Es encomiable la labor de las personas encargadas de esa institución.
Hay una entrega total para que los ancianos vivan con serenidad y dignidad
esta etapa de su vida, para que sean más llevaderos sus achaques y más fácil
su recorrido.
Algo digno de resaltar es el interés para que cada uno desempeñe el trabajo
que siempre le gustó, algunos con sus limitaciones pero felices de hacerlo y
de sentirse útiles hasta el atardecer de su vida.
Un anciano nos mostraba orgulloso la siembra realizada por él.
Una señora de acento extranjero y de amable sonrisa
nos dijo que escribía sus memorias, dado que escribir había sido su sueño.
Después de compartir e intercambiar ideas con esos seres maravillosos,
emprendimos el regreso con esa hermosa sensación que da el saber que
aún en medio de la pérdida de valores, hay personas
que reconocen que la presencia de los ancianos en nuestro mundo actual
es una riqueza, porque ellos son poseedores de un legado de conocimientos
y dieron forma a nuevas generaciones, la mayoría de las cuales ha perdido la
noción del valor que tienen los ancianos como pilar familiar y que por consiguiente
deben de ser tratados con el mayor respeto a su dignidad humana.
Nelly Guerrero
6 comentarios:
Irónicamente la sociedad no valora las etapas tardias de la vida.
Que bueno que existan estos centros que ayudan a vivir a un anciano su última etapa con alegria.
Lastima que se encuentre tan lejos.
y para la autora del relato eres una guapa que te acuerdas de hablar de nosotros.
Gracias
Jorge
¡Precioso !
No sólo la subida a ese lugar pintoresco, tan bien descrita, ni la visita a "El Carpintero de la Montaña", ni siquiera la conversacion mantenida con cada uno de los ancianos...
Lo más bonito de todo, lo que verdaderamente es precioso es que haya personas que esten dedicando su vida a crear ese ambiente.
A hacer felices a esos mayores que han quedado solos. A hacer olvidar a algunos, probablemente, retazos dolorosos de sus vidas; a hacerles sentirse importantes, realizando aquellas cosas con que soñaron siempre ..
El anciano se merece todo eso, pero yo, que ya soy anciana, quiero alabar la labor de esas otras personas, que ofrecen sus vidas jovenes para alegrarles los ultimos años.
Mi subida a ese rincon de la montaña venezolana, termina, mi querida Nelly, en un cantico de accion de gracias.
Hola que bueno leerte´
Y aunque no esté viejo como para allá voy me gustó tu escrito.
Conoces Venezuela,el año pasado lo cxonoci y es bello.
Te sigo leyendo
y tambien leo a todos los del blog,pero me enganché contigo porque me gusta como describes.
Te seguiré leyendo
Pedro luis
Bello y poético su artículo
Sra.Nelly.
Lleno de sensibilidad a favor de ese colectivo que son las personas de la 3ª edad.
Admirable la actitud de esas personas mayores y de las personas que les acompañan
Y también ejemplar por el camino que marcan en estos tiempos sin valores y sin sentido...
Aladino Garmón
Si, es una labor hermosa, la que se realiza en ese lugar tan pintoresco de nuestra venezuela. Pero, es más grandiosa la calidad humana existente entre los ancianos, los cuidadores, su directora y el padre Franco Lanza. Que con tanto sacrificio a logrado transformar ese lugar, no en ancianato. Sino, en una familia formada por aquellos que fueron en su mayoría abandonados, después que dieron todo por los demás. Realmente su fundador el padre Franco Lanza; caraqueño, pero, como él dice: sentirse Bobareño, hijo de San José de Bolivar. Lucha entre sus obstáculos y sin sabores, como padre al fín. Pidiéndo ayuda para que próspere ese rayito que dios le ha brindado, albergando a: alcohólicos, indigentes, parapléjicos, jovenes con problemas cerebrales y ancianos de la edad adulta, adulto mayor, o como quieran llamarlos,etc. Regalándoles apoyo moral, la palabra de Dios y mucho Amor. Pero, la verdad es que se trata de una obra magistral de gran corazón y de una persona muy especial dedicada a realizar el bien sin ver su condición moral, física, psicológica y por sobretodo, social, traducido a mejorar la vida de estas personas. La cual, merece apoyo, colaboración y contribución. Para que proyectos de esa magnitud, no se pierdan y perduren de la misma forma prolija, con que fué creada. Todos iremos al atardecer de nuestras vidas y no sabemos cómo?. Visítalos y convenceté.
Necesito saber el contacto mail,y teléfono para un familiar, agradezco la información. Arte. Gabriela
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