Sigue la polémica en este país sobre la asignatura “Educación para la ciudadanía”. La verdad que no entiendo por qué la Iglesia está haciendo de esto una piedra de división, aunque si entiendo el apoyo que el Partido Popular le está dando a los eclesiásticos dado que lo que les interesa es fomentar la división y la crispación.
Menos mal que de vez en cuando uno escucha o lee otras cosas. Y quiero hacer referencia a las declaraciones de un sacerdote canario en el periódico La Provincia del domingo pasado, 22 de julio. Hablando de este tema, afirma que “es una polémica que le parece absurda. Lo importante es la construcción de las personas. La Iglesia tiene que asumir los valores buenos de la modernidad, entre ellos, la tolerancia. Considero que el papel educativo en valores es un tema que tenemos que afrontar ya desde todas las perspectivas, y la Iglesia es una más. Y tiene que ser desde la tolerancia porque hay formas distintas de ver la vida y son enriquecedoras. No podemos decir que mi concepción de la vida y de la historia es la única y verdadera. Posicionarnos de esa manera no es educar en valores”.
Por otra parte, digo yo, la educación en la ciudadanía no plantea, según los programas, valores diferentes al Evangelio, pues son todos valores humanos, calcados o expresados a través de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se resumen, como dice sus primeros artículos, en tres principios: libertad, igualdad y fraternidad. Valores, por otra parte, que están también infinitamente expresados en el libro de la Biblia.
No quiero terminar este apunte sin citar el último párrafo de las declaraciones de este sacerdote canario –Jorge Hernández: “Lo peor que nos puede ocurrir, a la Iglesia se refiere, es creernos los únicos. Las guerras ocurren por diferencias y por marcar límites, la Iglesia no puede permitir eso. Tenemos que empezar a colocarnos en lugares comunes porque es la única forma de ser una buena noticia. Cuando marcamos diferencias estamos cometiendo grandes errores, porque no estamos en el lugar de la unión para construir cosas en común. Queremos defender a Dios, pero Dios se defiende solo, son los pobres a los que tenemos que defender hoy. Porque nunca ha habido tanta riqueza junto a tanta opulencia”.
Da gusto leer la realidad, desde una perspectiva cristiana, de esta forma. A uno se le refrescan muchas cosas en las que fue educado de joven.
1 comentario:
Nunca he visto bien que Religión fuese obligatoria en la educación pública y mi opinión sobre esta nueva asignatura es que independientemente de que puedas estar a favor o no de su contenido y programación, no debe ser obligatoria, eso si, creo que la Iglesia Católica y el PP están haciendo un drama con este asunto, que no viene el fin del mundo, no creo que esto sea intentar obligar a aprender el catecismo del buen socialismo como ha llegado a decir Rajoy.
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