miércoles, 1 de octubre de 2008

La tristeza del pregonero



La tristeza del pregonero.

Panchito era un joven de unos 20 años, con alma de niño.
Pertenecía a una familia de buenas costumbres donde los valores
estaban bien cimentados.
Allí en uno de esos pueblos pintorescos de calles empedradas
y casitas que parecían salidas de un paisaje de Rafael Monasterios vivía él.
Pero había nacido
con una discapacidad mental que lo hacia diferente a los demás muchachos de su pueblo, aunque
apreciado y querido por todos.

Allí estaba en cada una de las actividades propias de las costumbres y tradiciones de los pueblos, ayudando a llevar al santo en la procesión, cargando los atriles para la retreta
y ayudando a todo el que necesitaba de sus servicios, sin pedir nada a cambio y siempre con la alegría reflejada en su rostro.

Pero algo muy especial lo distinguía: era el pregonero del cine del pueblo.
Todas las mañanas a las diez, recorría las tres calles con un cartelón a sus espaldas donde
se anunciaba la película de la noche .
La gente salía a las puertas cuando él con su lenguaje un poco complicado avisaba su presencia y en cada casa se detenía para que los vecinos
se informaran.
Era admirable esa constancia y la alegría con que hacia el recorrido.
Al terminar sabia que tenia garantizada la entrada a la película.

Panchito¡ ...gritaban los niños en la calle y él se detenía a jugar con ellos a las canicas o a elevar un
papagayo.

Pero un día su familia decidió mudarse a la capital y Panchito se llevó con él su maleta de recuerdos, y allí ya no pudo anunciar la película del día, ni ayudar a llevar el santo en la procesión, ni cargar los atriles para la retreta, tampoco jugar a las canicas con los niños ni elevar papagayos, y no podía salir por temor a perderse.

Entonces se encerró a revisar la maleta de recuerdos a llorar y añorar cada cosa que hacia en su pueblo y la tristeza se fue apoderando de él.
Una mañana un diario anunciaba: Ha muerto Panchito.
Así se fue aquel pregonero que se lo llevó la tristeza al cambiar la quietud de su pueblo por el progreso de la capital dejando atrás recuerdos que marcaron su vida.

Nelly Guerrero

9 comentarios:

Anónimo dijo...

De verdad que es una historia
que nos hace pensar en la ternura
que inspiran esas personas que tienen discapacidades mentales
,pero su alma es muy noble.
Que triste pero bonita historia.
Un abrazo
Maria Eugenia.

Anónimo dijo...

¡Que bueno! que enfoques este tema.
De un lado nos presentas el escenario muy elocuente de un jóven pregonero que al encontrarse lejos del lugar de sus recuerdos muere de tristeza.
Y de otro nos remontas a los origenes de la publicidad,y como se inicia esta.
Así tenemos por decir algo a los griegos que contaban con pregoneros que anunciaban la llegada de los barcos con cargamentos de vino,especies y metales.
Que bonito que narras.
Me encanta este compartir de opiniones.
Un beso
Jorge Suriol

Anónimo dijo...

Bonita historia,como a todas las personas con discapacidades les encanta hacer muchas cosas y allí ponen su corazón pero pienso que muchas personas se aprovechan de ellos para explotarlos.
Como Panchito hay muchos con su alma de niño,pero talvez ignorados.
Hermoso tu relato
Abrazos!...¡!
Cilmar

José Ignacio Lacucebe dijo...

Hola NELLY.
Tengo a menudo serias dudas de quienes somos los discapacitados en este mundo.
Las reglas sociales han dibujado las fronteras, trazado el mapa, y distribuido las etiquetas, pero..................
He tenido la suerte de compartir momentos con personas "diferentes a nosotros, los que nos denominamos normales" el resultado siempre ha tenido unos rasgos comunes: he recibido ternura, generosidad, falta de prejuicios, sonrisas.....
Muchos días desearía ser también yo diferente, los que me rodean seguro que saldrían ganando.
Un beso.

Anónimo dijo...

No me canso de decirte que leerte para mi es una delicia.
Siempre la ternura es parte de tus escritos,te las ingenias para tocar nuestro corazón,como ha pasado con esta historia de este jóven pregonero.
¡Vaya! quien duda que las mujeres de tu pais no solo son hermosas sino inteligentes.
Hace dias estoy recorriendo la geografia de tu pais,subi el teleférico y llegué al pico Bolívar...¿te das cuenta?...lo que hago.
Emhorabuena.
Un beso
Pedro Luis

Anónimo dijo...

Nelly,soy profesora de Educación
Especial y de vez en cuando suelo hacer un recorrido para ver si alguien se acuerda de esas personas con las que comparto dia a dia y a las que he aprendido a querer tanto,por su dulzura y su afan de servir.
Tu historia llenó de lágrimas mis ojos,porque ya he vivido otras igual,pués las familias nunca llegan a comprender el inmenso corazón que tienen esas personas.
Que si en un momento son complicadas para entenderlas nos compensan con su amor.
Gracias por pensar en ellos,llegué a ti a través de "Compartimos",y me llamó la atención el blog "Compartiendo Opiniones"
Tuve la oportunidad de leer otros de tus escritos muy buenos todos,te felicito.
Mi saludo y mi agradecimiento
Luz Stella

Unknown dijo...

Bellísima tu naración Nelly realmente se nota que te ha salido del alma, hay familias que aceptan, otras que rechazan a un ser diferente como en el de este caso pero tambien encuentro algo signifucativo que es la diferencia entre el pueblo que ya lo cococía y la ciudad con la cual no tenía historia alguna, al no ser incentivado por su familia se perdió en su tristeza y se dejó morir en los recuerdos ya sin vida.
María Ofelia Rodríguez
Argentina

Anónimo dijo...

¡Hola guapa!
que bé llegir-te
un petó
jaume

Anónimo dijo...

Hola... El tema tiende a hacerlos reflexionar...a pensar que a veces hacemos cosas sin darnos cuenta que podemos perjudicar a los demas... Debemos estar atentos a esto, antes de cambiar la pintura de nuestra casa, es bueno preguntarle al vecino del frente si el color que vamos a colocar le gusta.... Muy buen tema... Felicidades!