lunes, 6 de octubre de 2008

De los mayores




Hace pocos días se celebró el día internacional de los mayores. En muchísimos sitios se celebraron numerosos actos festivos con participación de los mismos. Declaraciones y testimonios de muchos de ellos tonificaban el espíritu personal, descubriendo cómo vivían con ánimo y buen ritmo los años de su vida. No importaba fueran setenta u ochenta. Caminaban, viajaban, salían con los amigos, manejaban las nuevas tecnologías. Nunca será poco, nunca suficiente lo que colaboremos para que los mayores sean felices y estén ocupados una vez acabado su ritmo normal de trabajo. Su aportación a la sociedad sigue siendo actualizada. De unas u otras maneras.

Recuerdo cuando mi madre fue decayendo en sus fuerzas, y al abrir la puerta de su casa me encontraba con su mirada triste, hablando con voz más lenta, contándonos como no tenía las mismas fuerzas que antes, compartiendo sus días no tan buenos, observando su caminar más lento. Uno miraba ese proceso con la mirada triste, procurando que las lágrimas no salieran delante de ella, intentando animarla y hacerle disfrutar el rato que estábamos juntos, forzándome por tanto en mi interior a pasar por su casa con más frecuencia.

Hoy cuando toco a su puerta ya no me abre, y cuando abro la puerta ya no la encuentro, pero revivo todo el amor que recibí de ella, y los mil y un sacrificios que, junto con mi padre, hicieron por sacarnos adelante. Hoy nos toca a sus hijos no alimentar el llanto de lo sufrido, sino alimentar el alma de los hijos y seguir sirviendo la taza de leche caliente con el quehacer diario y el esfuerzo cotidiano, de tal manera que un día, cuando faltemos nosotros, recuerden también nuestros buenos ejemplos.

Mientras espero hacerme mayor de manera activa, intentando no pararme, dedicando mi tiempo al cultivo personal y al de los demás, procurando vivir la vida que son dos días, como dice el adagio popular.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alberto,narras los recuerdos de tus mayores,y como son recuerdos de los que no podemos escapar siento nostalgia cuando dices:que tocas la puerta y ya tu madre no la abre,pero ahora la abrimos a nuestros hijos porque es una cadena
de imposible rompimiento,y de fácil llegada.
Lo importante es valorar esta etapa de la vida,y lograr que lo vivamos de una manera positiva.
Cariños
Nelly