En estos días he tenido una larga conversación con Manolo, un buen amigo que trabaja en una institución pública en la Administración Estatal en esta ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Podrán ser unos 300 empleados los que hay en dicho lugar. Y el es el jefe de personal.
Un compañero suyo había ido con su esposa y sus dos hijos de diez y ocho años de vacaciones a casa de sus padres en Salamanca. El con su hija a quien su madre tuvo tiempo de entregar a un bombero está curándose de las heridas del accidente aéreo de Madrid de esta semana. Su esposa y su hijo han fallecido.
Otro compañero había enviado a sus dos hijos de diez y doce años a pasar quince días de vacaciones con sus abuelos en un lugar de la Península española. Venían en ese avión. Sus padres se quedaron esperándole en el aeropuerto de Las Palmas.
Un tercer compañero tenía que haberse incorporado la semana pasada al trabajo. Perdió el avión y llamó a la empresa. Se puso de acuerdo para tomar los días que le quedaban de vacaciones y pasar unos días más fuera de la ciudad. Tuvo la mala suerte de tomar billete para el avión siniestrado y no llegó a incorporarse.
Manolo, por otra parte, tiene un sobrino de doce años con dificultades físico sensoriales. A una de las personas que más aprecia es a su maestra. Tanto que el último fin de año cuando todos reunidos en familia brindaban por algo, el niño levantó su vaso con refresco y brindó por su maestra y todos los maestros del mundo. Su maestra también venía en ese avión y no volverá a dar clases a Helio.
Es la vida que pasó por el lado de todas estas personas a quienes desde aquí rindo homenaje con el ejemplo de estos casos, pues detrás de cada uno hay una historia humana.
Es la vida que pasa por mi lado y el de cada uno para que la vivamos con buen uso y disfrute de paz y libertad.Es la vida que sigue pasando, y que mientras nos toque debemos administrarla y saber vivirla y gozarla.
Salud, de verdad les deseo salud, con todo lo que esta palabra significa
2 comentarios:
Armando,es esta una realidad que nos hace reflexionar que estamos
aquí solo de paso y que algunos toman primero el tren que nosotros.
Pero,que espantoso ese momento que dejo a tantas familias sumidas en la tristeza.
Un abrazo
Nelly
Armando, estoy sorprendida. Justo anoche durante una cena con amigos, se hizo mención del asunto del avión accidentado en Madrid. Todos sentimos pena por las víctimas, pero hasta anoche me eran anónimos. Hoy tú nos hablas de ellos, les has puesto nombre, personalidad y sentimientos, a los muertos y a los familiares que les han perdido. Es como haberlos conocido, no sé cómo expresar esta sensación. Ayer sintiendo pena por humanos sin rostro, hoy conmovida por imaginarlos.
Por supuesto que debemos hacerles un homenaje y me parece importante que hayas escrito sobre esto, invitando a hacerlo. Hoy me duelen, como si los conociera.
Ha sido una coincidencia hablarlo anoche como noticia y sentirlo ahora como si fuera amiga.
Gracias Armando.
Tere García.
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