sábado, 16 de agosto de 2008

Verano con sabor a mar





Ven, sigamos escuchando el romper de las olas, las campanas de la iglesia en aquel risco reflejando al sol que se oculta en sus encaladas paredes que resisten los años.

Todavía este día tiene mucho que ofrecernos y no hemos de desperdiciar el canto de las aves que se disponen a dormir. Esperemos que la espuma de las olas deje de ser anaranjada y que la luna impaciente nos sorprenda al convertirla en plata.

Quiero que el agua nos suba por las rodillas y que como niños nos dejemos tumbar, que nos quede aroma y sabor a algas, a sal marina impregnada en la piel.

El tiempo corre aprisa, pero esta playa nos es cómplice del alma de niños que vertimos en cada ola que toca la arena y nuestros pies, dejando en el pasado de tres décadas, esos castillos bien plantados que amanecían casi intactos cada día, como si ningún elemento natural desvaneciese nuestros sueños infantiles.

Esta tarde construímos nuevos y mejores castillos con la fuerza del amor maduro entre dorados y platas, entre sol y luna, entre cabellos de juventud que van perdiendo su color, pero que se impregnan de océano, porque hemos de llevarnos al partir, la esencia de este momento, prolongando hasta nuestra mesa en la terraza, cuando la luz de una cálida vela, dé nuevamente color a nuestras miradas que todavía se encuentran y reconocen más que por costumbre, por alimentarnos las esperanzas.

Nos toca contemplar la noche y esperar de nueva cuenta al día. Volveremos a la playa y escribiremos una página más de nuestra historia. La vida diaria se ha quedado bajo llave y es momento de explorar los sentidos, dejarlos danzar cada tarde de nuestro verano con el descanso que nos merecemos.

Tere García Ahued.

4 comentarios:

José Ignacio Lacucebe dijo...

"Cuando la luz de una cálida vela, dé nuevamente color a nuestras miradas que todavía se encuentran y reconocen más que por costumbre, por alimentarnos las esperanzas."

La rutina no es saludable para una vida en común.
La rutina, muchas veces, nos priva de vivacidad y no permite proyectar la esperanza alimentada a lo largo de los años o decadas de convivencia.
Mirándose a los ojos un amor condensa todo un proceso de felicidad y amarguras, proyectando la esperanza de mantener lo olvidado y alimentar lo que se dejo de vivir.
Bsos.

Anónimo dijo...

Para: Compartimos ?
Inmensamente agradecida por el detalle de comentar lo que escribo. Resulta que tus palabras enriquecen el tema, que lo que compartes hacen más extenso un pensamiento que surge como monólogo, con el propósito de llegar por este blog a alguien más y encontrando eco cuando es leído y comentado como haces tú Ignacio, muchas gracias.
Un abrazo.
Tere.

Anónimo dijo...

Tere,nada más bello para pensar,para soñar,para recordar que el mar y es que no nos imaginamos verano sin mar,sin castillos de arena y sin olas que traen y llevan sueños y esperanzas.
Hermoso lo que interpretas
Un abrazo
Nelly

Anónimo dijo...

Gracia Nelly por tu comentario. Hay muchas cosas bonitas a nuestro alcance, cuestión de tomarlas.
Un abrazo.
Tere.