viernes, 5 de diciembre de 2008

El curso de la vida



En el aula inmensa del mundo, después de matricularnos en ese curso largo que es la enseñanza vital, uno va aprendiendo cosas agradables que nos gusta enseñar como zapatos recién estrenados y cosas que, aún necesarias para vivir, nos es duro aprender porque creemos que todo podría ser de otra manera.

Nunca me ha parecido bien la resignación como actitud frente a las cosas, porque creo que los seres humanos estamos hechos para cambiar el mundo y, por lo tanto, para salvar las profundas tristezas personales y tornarlas en todo lo contrario.

Todos creen que el mundo es comestible y lo sueñan masticado entre sus muelas y dientes, y digerido en sus duros estómagos, pero el mundo, la vida, la misma vida que nos hace valientes es la misma que nos hace discípulos del miedo.

Porque cuando revuelves toda la tierra y todos los árboles y todos los cielos y todos los mares y no consigues la raíz del fruto que cambiaría la tristeza, que te empaña los ojos ante las cosas bellas, por una vida llena de todo lo maravilloso que siempre has tenido, entonces es necesaria la resignación, vivir con el dolor puesto.

PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS

3 comentarios:

Recomenzar dijo...

Vengo de lo de Ignacio me ha gustado tu escribir Juegas con las palabras y ellas te juegan a tí

Anónimo dijo...

Pedro, es indudable tu estilo para comentar. Expresas de una manera tan maravillosa algo que observas o sientes, que me conmuevo por lo que leo.
Qué maravilla que escribas textos para el blog, pues esto tan tuyo, debe ser leído y apreciado.
No sé decidir cuál será el más hermoso de tus textos, solo puedo felicitarte por tu talento y sentirme orgullosa de ser tu amiga.
Tere.

José Ignacio Lacucebe dijo...

No sere reiterativo.
Las que me anteceden lo han expresado muy bien.
Opino que en muchas ocasiones no tenemos capacidad para discernir lo bueno que hay en nosotros y la resignación puede ser una de sus consecuencias.
Hasta pronto