Son jóvenes, bajos y morenitos pero han unido a todo el país y le han dado una gran alegría. No importa la crisis económica, España ha ganado la Eurocopa. No importan los inmigrantes que nos contaminen, leáse Lanzarote Reserva de la Biosfera, hemos ganado la final. No importa el referéndum de los vascos ni las finanzas de los catalanes, somos campeones. Y lo han conseguido un grupo de veintidós jóvenes a quienes, cuando se les seleccionó, se les criticaba por muchos lados. Y junto a ellos un señor de setenta años por quien nadie daba un céntimo de euro, y a quien todos criticaron. Una síntesis de la España actual, de todas las regiones, países y nacionalidades. Han podido con Alemania. Una vez más David se ha hecho fuerte con Goliat
Y durante este tiempo, banderas apartes, regionalismos fuera, autonomías por el sótano, nacionalismos olvidados, todos hemos soñado, gritado, aunado, bailado y gritado: a por ellos, campeones… Y gente de todas las edades, y sin gustarle mucho el fútbol, se han sentado ante la tele para ver los partidos, gritar, gozar, disfrutar y levantar los brazos.
Una vez más el deporte nos une. No importa el color. Había un negro en la selección española. Procede de Brasil pero tiene la nacionalidad española. Nadie le ha llamado inmigrante, ni ha protestado porque un negro estuviera ocupando la parte española del terreno de juego. Todo el mundo estaba preocupado porque pudiera lesionarse. Muchos han valorado públicamente el papel protagonista que ha tenido sabiendo repartir juego entre los demás. Nos haría falta que en los barrios, pueblos y ciudades españolas fomentáramos más el deporte entre las nuevas y viejas generaciones, que existieran equipamientos sociales de todo tipo donde pudieran juntarse gente de cualquier lugar y condición, y correr juntos, aliándose en un objetivo común: hacer deporte, como señal de convivencia, de crecimiento comunitario, de salud. Eso sí sería reforzar la Biosfera mundial, no solo de las islas. Crear un espacio donde todos pudiéramos vivir juntos, y viviendo aprendiéramos a convivir poniendo cada uno sus talentos en común.
Y durante este tiempo, banderas apartes, regionalismos fuera, autonomías por el sótano, nacionalismos olvidados, todos hemos soñado, gritado, aunado, bailado y gritado: a por ellos, campeones… Y gente de todas las edades, y sin gustarle mucho el fútbol, se han sentado ante la tele para ver los partidos, gritar, gozar, disfrutar y levantar los brazos.
Una vez más el deporte nos une. No importa el color. Había un negro en la selección española. Procede de Brasil pero tiene la nacionalidad española. Nadie le ha llamado inmigrante, ni ha protestado porque un negro estuviera ocupando la parte española del terreno de juego. Todo el mundo estaba preocupado porque pudiera lesionarse. Muchos han valorado públicamente el papel protagonista que ha tenido sabiendo repartir juego entre los demás. Nos haría falta que en los barrios, pueblos y ciudades españolas fomentáramos más el deporte entre las nuevas y viejas generaciones, que existieran equipamientos sociales de todo tipo donde pudieran juntarse gente de cualquier lugar y condición, y correr juntos, aliándose en un objetivo común: hacer deporte, como señal de convivencia, de crecimiento comunitario, de salud. Eso sí sería reforzar la Biosfera mundial, no solo de las islas. Crear un espacio donde todos pudiéramos vivir juntos, y viviendo aprendiéramos a convivir poniendo cada uno sus talentos en común.