domingo, 9 de septiembre de 2007

¡No me etiquetes!




Pasamos la vida reforzando el pegamento de cada una de las etiquetas que otros nos han ido pegando al cuerpo y a la mente. Se nos adhieren como un gran tatuaje externo e interno. Otros lo hacen, pero nosotros lo permitimos.

" No pudiste, no puedes, no podrás ".
" No fuiste, no eres, no serás ".

Para cuando nos damos cuenta, nos lo hemos creído todo y somos incapaces de parar la cadena de desencantos a la que una autoestima baja nos condujo.

Se despegan un poco, pero no tenemos el valor, aprovechando la oportunidad, de arrancarlas de un tirón. Entonces por instinto, volvemos a poner los elementos que nos las adhieren con más fuerza.

Debe existir un momento en el que tocando fondo, nos decidamos a no permitir más esas etiquetas que otros, actuando y hablando en base a sus heridas, quieren poner en nosotros.

Somos más mente que otra cosa, y gravitamos en dirección de nuestros pensamientos dominantes. Entonces se recibe lo que se espera, se atrae lo que se teme y nunca valoramos el poder que tienen las palabras.

Siempre existe resistencia al cambio, tal vez porque lo que se vive es lo único que se conoce. Pero en la medida que desprendamos una a una las etiquetas que llevamos tan unidas a lo que somos, dejaremos espacios libres para nuevos acuerdos. Estos que son aceptados porque los hemos puesto nosotros mismos, tras el ensayo y error.

" La vida cambia cuando nosotros cambiamos ". Las palabras con las que otros nos etiquetan, entran a nuestra mente y cambian por entero nuestra autoimagen, pero podemos a su vez romper el hechizo cuando en definitiva luchemos por no permitirlo más.

Tere García Ahued

3 comentarios:

Chase Edmunds dijo...

Tendemos a clasificar a la gente por su forma de ser, pero porque funciona así la sociedad

juan dijo...

se necesita valor para sacudirse esas etiquetas, formar un escudo en nuestra alma para que los adjetivos imposiivos resbalen por ella, al lograrlo podemos entonces aplicar la maxima de confucio: no podemos evitar que las aves revoloteen en nuestras cabezas pero podemos evitar que aniden en nuestra cabeza. Bien por tu articulo Tere

almarabesca dijo...

Estas etiquetas no son más que frases que han calado profundo y que tienen sus raíces en nuestras mentes infantiles que son receptores susceptibles en extremo
a la opinión de los mayores, principalmente padres, maestros y familiares cercanos.

Básicamente somos el resultado de esas opiniones, porque esas etiquetas se adhieren en nuestro subconsciente hasta formar parte de nosotros mismos.

Creo que aún con el raciocionio ya presente en la adultez, y supuestamente ya "liberados"
de esas etiquetas, la huella indeleble que dejan es perenne y nos acompañará hasta el final, cuando menos en el recuerdo.


Querida Tere, felicidades por este nuevo artículo,
Un saludo desde Tamaulipas, México.