viernes, 3 de abril de 2009

El niño ciego



Se despertó bajo los tréboles de su torre de naipes y todo seguía oscuro. Era media tarde y el sol amarillo de otoño lamía la cara del niño ciego con dulzura de limón y miel. Salió a la calle a jugar con su perro marrón y despeinado por la torpeza de sus manos cariñosas.

La calle olía a rebanada de pan con aceite y sal, y el niño ciego se reía con los murmullos ladradores de su perro marrón y despeinado.

Una niña de pelo rojo y coletas de colores siempre pasaba por allí, a esas horas en que la tarde parece huir por la línea adolescente del horizonte; iba siempre con una botella de vino para su padre y a menudo se paraba con su amigo, el niño ciego.

La niña de pelo rojo y coletas de colores contaba al niño como eran las cosas, los colores, los árboles, los animales que no eran su perro marrón y despeinado y decía… “el azul es como la sensación que tienes en las mejillas cuando tu madre te pone la bufanda”… “el rojo es como lo que notas cuando te echas una patata caliente en la boca porque tienes prisa por ver los dibujos animados de sobremesa”… “el verde es igual que el susto que te da cuando tu hermano te pone un helado de limón en el cogote”… y así pasaba la tarde, y así pasaba la vida del niño ciego que se enamoró de una niña de pelo rojo y coletas de colores con ojos igual que el susto que le daba su hermano cuando le ponía un helado de limón en el cogote.

Pedro Pablo Díaz Espadas

2 comentarios:

Nelly Guerrero dijo...

Pedro,hermosa historia nos presentas.
El niño ciego que a travès de los
ojos de su amiga conociò los colores de todo aquello que lo rodeaba,nunca pudo ver el cabello rojo ni las coletas de colores
pero apareciò en èl ese sentimiento que se logra ver con los ojos del alma.
Enhorabuena
Un abrazo
Nelly

Acuarius dijo...

que agradable y sabia niña de ojos verdes...