sábado, 24 de noviembre de 2007

Perfecta hoja blanca



Enfáticamente levanta los brazos y abre los dedos dejando al aire traspasar entre ellos. La oportunidad toca a su puerta y abriéndola de par en par le permite pasar. Ya no resta días a su vida, sino los suma a sus años. Es demasiado bonito vivir para desperdiciarse encerrado en su propia prisión. Hoy deja a sus sentidos volar para encontrarse con el universo que lo conecta de nuevo a la esperanza.

Los momentos mágicos ya no ocurren solo en las leyendas y novelas, se apodera entonces de lo que siempre le ha pertenecido, y deja que la imaginación le arrastre a cualquier paraíso, enriqueciendo con su fe cada paso que da con su nueva manera de caminar por el sendero recién descubierto.

Tesoros al final del arcoiris, hadas y duendes se quedan en su imaginación del pasado, en esas historias de alcoba infantil. Abre el espeso y aterciopelado cortinaje que ha acumulado gruesas capas de polvo irrespirable para dejar entrar la luz y el aire fresco de sus todavía años mozos.

La nueva historia es más rica en sensaciones adultas, y va forjando un camino deseando que coincida con el destino marcado. Como en los cuentos tendrá un final feliz porque dispone su mente a ello, porque rechaza todo hechizo que mientras esté en sus manos pueda alejar de su camino.

Por eso abre sus manos y levanta los brazos de cara al viento, para sentir que le cubre todo el cuerpo y llenarse de esa fuerza natural. Hoy renace en otra historia, continúa escribiendo, pero esta vez ha cerrado el viejo libro, trazando en uno nuevo entintadas letras en perfecta hoja blanca.

Tere García Ahued.

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