Hace unas semanas un amigo argentino me invitó a que escribiera para su blog algo así como lo que lleva de título: cómo un canario ve la Argentina.
En http://www.listao.com.ar/2009_05_01_archive.html fue publicado .Y lo comparto también desde este blog
Argentina es un pueblo que desde hace veintitantos años me llama la atención. Tuve que atender a muchos de sus paisanos, como también chilenos, que huían de las dictaduras allá existentes. Su integridad física corría peligro. Las historias que escuchaba eran espeluznantes. A muchos en este país, que le debe tanto –España-, se les concedió la protección del asilo político. Y muchos de ellos, cuando desaparecieron las causas que originaron su salida, volvieron a su país de origen a reconstruir, con los suyos, un país que se quedó a la deriva. Todo un acto de valentía, rechazando la seguridad que le ofrecían estos muros por el riesgo en edificar otros.
Argentina es un pueblo que desde hace veintitantos años me llama la atención. Tuve que atender a muchos de sus paisanos, como también chilenos, que huían de las dictaduras allá existentes. Su integridad física corría peligro. Las historias que escuchaba eran espeluznantes. A muchos en este país, que le debe tanto –España-, se les concedió la protección del asilo político. Y muchos de ellos, cuando desaparecieron las causas que originaron su salida, volvieron a su país de origen a reconstruir, con los suyos, un país que se quedó a la deriva. Todo un acto de valentía, rechazando la seguridad que le ofrecían estos muros por el riesgo en edificar otros.
Volvió la democracia. Pero siguieron llegando argentinos a España. Los temas parecían los mismos. Veías documentales y surgían ante tu mirada espectáculos un tanto dantescos. Sobre todo cuando en un momento, visto desde aquí, parecía que los poderosos se rifaban el país y lo ofrecían en venta a gente de fuera.
Nunca he querido opinar de lo que no entiendo bien, de lo que no vivo desde dentro, sobre todo cuando es un tema político. Pero siempre me ha sorprendido una cosa: la admiración a un pueblo que, consciente de las riquezas naturales y productivas que tiene, sale a la calle a protestar, a reivindicar sus derechos por encima de todo –y ahí están en mi retina las imágenes de las caceroladas-, la conciencia de su situación, y que, sin embargo, cuando hay unas elecciones el cambio que se produce es meramente formal y no de contenidos. Amigos argentinos a quienes les pregunto me cuentan historias, dicen que verdaderas, que a uno le cuesta trabajo asumir. Votos comprados, mayores votos para los de siempre donde más pobreza y menos cultura y cosas similares.
No juzgo. No vivo la situación. Temo hablar de estas cosas. Pero valoro la conciencia del pueblo que reivindica, que sale a la calle, que pide cambios, que cree en la evolución. Se merece mucho más.
Estos días, de manos de otro amigo argentino, me han llegado unos documentales. “Memoria de un saqueo”, “la Argentina emergente”… Los he visto con atención. He prestado mi escucha. Mi corazón latía. Veía como algunos se emocionaban contando lo que habían vivido. Desapariciones, privatizaciones, venta al capital extranjero, más bien regalos al exterior, un porcentaje amplio en barrios cercanos a la capital y en pueblos sumidos en el paro, la miseria y la incultura. Poca atención a la educación… No siento que en España seamos mejores. Habremos tenido más suerte. En otros momentos muchos fueron a buscar la vida allá. Pero esa suerte también se la merece el pueblo hermano. No es justo los vaivenes en los que viven. Merecen una estabilidad. Y unos líderes más competentes. Que busquen la fortaleza unidos a su pueblo, más que en las alianzas con compinches más allá de las fronteras. Argentina, pueblo mestizo, mezcla de culturas y orígenes diversos, se merece también vivir los beneficios de ese mestizaje, cuando los otros no solo negociemos para sacar réditos sino cooperemos para compartir beneficios.
Gracias, Hernán, por esta oportunidad que me das. Y que las fronteras caigan, y los muros sean paredes que nos unan.
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