viernes, 27 de febrero de 2009

¿Cadena perpetua?




Al ir a comprar el periódico del día en el estanco la señora me puso delante un documento por si quería firmarlo. Era una petición de eliminar el protocolo de 24 horas para que la policía comience a buscar a un menor desaparecido, la petición de cumplimiento de penas íntegras para los condenados por homicidios, asesinatos, violaciones sin disminución de las mismas, y la solicitud de cadena perpetua para este tipo de crímenes.

Estando de acuerdo con las dos primeras peticiones no lo estoy con la tercera. Y así se lo dije a la señora. No, no estoy de acuerdo con la cadena perpetua. Se quedó extrañada. Era el primero que no firmaba el documento. No, no estoy contento con que el que haga esos crímenes salga a los cinco años a la calle. Pero tampoco con que se le condene por vida. Puede dar lugar a muchas injusticias. Como ocurre en EEUU con la pena de muerte, con tal de buscar un culpable señalan a cualquiera, sobre todo a los más pobres, latinos, negros. Y muchos han sido matados siendo inocentes.

Cumplir las penas íntegras si le caen 30 años, y tiene 25, no saldrá hasta que se jubile. Ya es prácticamente una cadena perpetua. Un mayor rigor con un cierto tipo de crímenes, incluyendo los terroristas, no vería inconveniente. Pero condenar de por vida, sin revisión de la misma, iría incluso contra el principio de reintegración social, de una segunda oportunidad de tipo humanitario. Aunque en la práctica quienes conocen la vida y el sistema carcelario dicen que por si mismo no conduce a la reintegración social. Hace pocos días una buena amiga, voluntaria social en prisiones, me lo confirmaba. Depende de la voluntad de la persona, a pesar del ambiente que vive mientras está interno.

No, no creo que sea lo más justo lo de la cadena perpetua. Amén de que seríamos todos los ciudadanos los que estuviéramos costeando la comida y demás gastos de esa persona. Que haya algo también de trabajo, que puedan ganarse la vida, que no dejen de hacer algo por la sociedad, que no sea solo vagar por el patio interior. Sí, ha habido casos de gente que ha aprovechado para estudiar, para obtener incluso títulos universitarios. Pero no es la mayoría.

Y mucho menos sensato me parece decidir cosas de este tipo, tan graves y serias, en momentos de calor humano intenso como estamos viviendo ahora mismo con la muerte reciente de adolescentes o desaparición de niños.

lunes, 23 de febrero de 2009

Adios, amigo



La vida es un largo, desnudo caminar, por las frías calles del mundo, frías como las calles de Noviembre, hinchadas de gentes que campan como barcas a la deriva a merced de una corriente de agua que, descontrolada, inventa los azares y los destinos.

Son las calles y sus nudos, sus edificios, sus esquinas, los hervideros donde se hacen los encuentros; sin ellas seríamos seres sin historia, sin cultura, seres sin el hábito del afecto, sin capacidad para crecer espiritualmente. Los encuentros, el llegar como por idea divina al mismo lugar, en la misma porción de tiempo, es el agua que riega las semillas de la amistad, y la hace crecer, hermosa, con el ir dejando los sentimientos, las penas y alegrías, en manos del otro, del encontrado, del amigo.

El triste desmadejar de los hilos de la vida, va dejando desnudas sus miserias, las ausencias, la muerte del encuentro cotidiano llega un día, y asoman a las calles del mundo -caminos compartidos durante años- los cristales afilados de la nostalgia. Entonces parece que uno está solo entre la inmensidad de la gente, parece que el alma se estrecha y, en sus aguas, sus aguas de ánima, se ahoga la esperanza inconsciente de encontrar al amigo que la vida se ha llevado de las calles, el encontrado, el depositario de tus pensamientos, sentimientos y otras informaciones que segregan las entrañas.

Al terminar el día, las hojas secas y anaranjadas de Noviembre van señalando mi paso cansado, y el horizonte anuncia viento para el día siguiente. Mientras camino, oigo las palabras del amigo que se ha ido en este triste Noviembre y alzo mi mano con lágrimas en los ojos, y en voz baja le digo, adiós amigo, en caminos divinos nos encontraremos y seguiremos hablando donde lo dejamos, con tantas cosas por decirnos que la eternidad abarcará, con sus largos brazos de abrigo, nuestras conversaciones, algún día.


PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS

miércoles, 18 de febrero de 2009

Sin razón

Sin Razón
Una pasión no tiene explicación ,vivencia única ...
vivo la vida en continua pasión de amor
romance indefinido , placer inacabado ...
huracán arrasador de sentidos y razones
...pasión ..., que transita mis venas
torrente rojo en mar de deseos...
es un grito de libertad que rompe cadenas
desata nudos y rompe formalidades...
una pasión enciende la vida , en luces de colores
girando en ritmo sin freno ,
buscando el ser y en ese ser solo estar...
detenido en el tiempo , inmoviliza el reloj
...pasión ...te siento y te llevo en mi cuerpo vida
apasionada que lucha en mis adentros estruja mi alma ,
canción infinita , sin principio ni fin ...
vivir sin razón...,
es una gran pasión...
Marcelo Romano
www.locurapoetica.com

sábado, 14 de febrero de 2009

Esperando por ti







Se coloca el sol en la fina línea oeste. Pinta en dorado las paredes de casa con rayos que traspasan las aferradas persianas, dejando ver medio salón entre luz y sombra. El horno alborota los aromas de anis que se evapora, saborizando una tarta que hago para tí. Masa que crece en los límites de un recipiente en forma de rosca. Música de fondo sonando desde el pequeño aparato de discos sobre la barra y parece que la voz de Lluis Llach con su letra catalana entre música de piano, la vuelve pletórica, se motiva para ser el mejor de los postres que quiero regalarte como bienvenida.

Las flores te presienten, pero fueron prudentes cuando les llevé un poco de rocío y han sabido callar su curiosidad para no inquietarme, pues eternas me habrían sido las horas de la mañana a la noche cuando te estoy esperando. Dos alcatraces regalan su encanto y reposan ya en el florero transparente para que notes la claridad del agua nueva que las mantiene vivas hasta que las veas.

Todos han tomado sus puestos. Ansiosos quieren saberse naturales y ocultar la alegría desbordante que nos trae tu regreso. El viento ha prometido despeinar solo un poco tus cabellos y traerte aromas de naranjos del huerto cercano. Nuestro perro balancea su cola y sabrá que has llegado mucho antes que yo. El sillón se ha tornado más mullido y cómodo y las columnas de tus lecturas siguen apiladas entre la mesita y el mando del televisor. "La ladrona de libros " te reserva todavía cien páginas antes de que conozcas su final.

Reconocerás debajo de mi perfume nuevo, esta piel que te ha esperado y lo haría por siempre. También cinco centrimetros más de negro cabello que roza ahora mis hombros y camina hacia la espalda y mis manos impacientes por tatuarse en tus dedos.

Sigue nuestro " amor particular " sonando en la cocina y la rosca de anis está en su punto. Música y aromas, sueños y realidades. Todavía me pregunto si al llegar la noche no inundaré la habitación con mil lágrimas y volveré a sentirme la Penélope de Serrat. Sin embargo te doy voto de confianza y dejo iluminar nuestro espacio con la lámpara que difumina su luz ténue. Luz de certeza.

No podremos mirar desde aquí la ciudad, pero si el cielo que abre el telón, asomando a las estrellas que esta noche veremos acompañados y te llenarás de los detalles que he dispuesto para darte la bienvenida, abrigarte en tu regreso a casa.
Y ahora la inquietud de nuestro perro sabe que estás dando vuelta a la esquina y yo ... ya estoy lista, te estoy esperando.

Tere García Ahued.

jueves, 12 de febrero de 2009

Interculturalidad interpersonal



Desde este espacio donde nos comunicamos, sin escaleras ni ascensores,sin timbres ni campanas. Sin necesidad de mirar el reloj a cada momento, sin luces brillantes, con toda la libertad para expresar nuestro sentir, para salir y entrar cuantas veces creamos necesario. Desde aquí nos sentimos tan cercanos que podemos disfrutar de ese enriquecedor intercambio cultural.
Con diversos idiomas y dialectos, diferencia de edades, costumbres, creencias religiosas, expresiones de arte, toda una diversidad que permite unir pueblos y culturas, encontrar verdaderos amigos, transitar con ellos diferentes caminos,solidarizarnos con cada momento que la vida nos presenta.

Compartir la mesa intercambiando la gastronomía de cada región, cantar, reir, llorar. Cruzar ideas, que permiten mejorar situaciones, respetar los credos religiosos, ver en la otra persona a un amigo, un hermano, sin intereses económicos de por medio, donde las relaciones fluyen dentro de un ambiente de paz y de armonía.

Me pregunto cuál es la razón para que esa paz y armonía, base primordial de las buenas relaciones no se encuentre en la realidad del diario compartir. ¿Por qué no se dan esos intercambios sin que medien los intereses económicos? ¿Por qué no hay respeto a la diversidad y la escucha mutua?

¿Será que hay mas empatía a través de un medio electrónico que personalmente?Sea cual fuere la razón no hay duda que este es un ambiente privilegiado para lograr una verdadera comunicación. Para comprender mejor el sentido de la diversidad de una forma respetuosa como marco de la interculturalidad interpersonal.

Nelly Guerrero

miércoles, 11 de febrero de 2009

El amor loco



Al amparo de la madrugada, estrecho las pupilas con que te miro siempre, para caminar los tejados de la ciudad como un gato que recuerda su libertad. La escarcha parece lluvia fina que resbala por el incendio de mi piel enamorada y la luna, clara y desvergonzada, peina su luz con lujuria y batalla.

Desde aquí soy un funambulista que llega hasta ti, siete horas de camino, sin miedo porque los pájaros me prestan sus alas. Desde esta altura imposible, puedo ver el paseo de sangre de los que tiritan y reconocer el discurrir de la mía propia, como culebrinas que quiebran el aire.

Desde aquí, mis ojos alcanzan el final del futuro y puedo desnudar mi hermosa locura a carcajadas luminosas como miradas de estrella. Puedo endulzar con vainilla del alma, tus lágrimas de champán amargo, curar con saliva escogida de entre las tormentas, tus dolores y desasosiegos.

Desde esta altura de ático celeste, mi sangre, mi sudor, los mares que me ocupan, van preparando el camino para que mi amor embarque hasta ti, tu abrazo perfecto, tu lugar de mundos donde desembarcar mi alma demasiada.


PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS

viernes, 6 de febrero de 2009

Reciclando







Les transcribo un artículo que me llegó hoy, y con el cual me identifico. Le faltó agregar a Marciano Durán , que en aquella época tampoco tirábamos la comida. Y ha sido tan fuerte esa enseñanza, que mi madre se decía a si misma (en ese sentido) "tacho de basura", ya que lo que quedaba en los platos nuestros lo comía ella para no tirarlo. Ahora yo hago lo mismo!!!!. Lo que queda en la fuente se guarda para la noche o al día siguiente. También con la luz ( apagarla si no se usa!!!,), el agua, gas, etc...- Estabamos acostumbrados a no tirar ni malgastar nada. Así se ha llenado nuestro disco duro y es difícil formatearlo......!!!!!! (María del Valle)

Un artículo de Marciano Durán
Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.
No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó tirar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el bolsillo y las grasas en los repasadores.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

¡Guardo los vasos desechables!
¡Lavo los guantes de látex que eran para usar una sola vez!
¡Apilo como un viejo ridículo las bandejitas de espuma plástica de los pollos!
¡Los cubiertos de plástico conviven con los de acero inoxidable en el cajón de los cubiertos!
¡Es que vengo de un tiempo en el que las cosas se compraban para toda la vida!
¡Es más!
¡Se compraban para la vida de los que venían después!
La gente heredaba relojes de pared, juegos de copas, fiambreras de tejido y hasta palanganas de loza.
Y resulta que en nuestro no tan largo matrimonio, hemos tenido más cocinas que las que había en todo el barrio en mi infancia y hemos cambiado de heladera tres veces.

¡¡Nos están fastidiando!! ¡¡Yo los descubrí!! ¡¡Lo hacen adrede!! Todo se rompe, se gasta, se oxida, se quiebra o se consume al poco tiempo para que tengamos que cambiarlo. Nada se repara. Lo obsoleto es de fábrica.

¿Dónde están los zapateros arreglando las media-suelas de las Nike?
¿Alguien ha visto a algún colchonero escardando sommiers casa por casa?
¿Quién arregla los cuchillos eléctricos? ¿El afilador o el electricista?
¿Habrá teflón para los hojalateros o asientos de aviones para los talabarteros?
Todo se tira, todo se desecha y, mientras tanto, producimos más y más basura.

El otro día leí que se produjo más basura en los últimos 40 años que en toda la historia de la humanidad.
El que tenga menos de 40 años no va a creer esto: ¡¡Cuando yo era niño por mi casa no pasaba el basurero!!
¡¡Lo juro!! ¡Y tengo menos de... años!

Todos los desechos eran orgánicos e iban a parar al gallinero, a los patos o a los conejos (y no estoy hablando del siglo XVII)
No existía el plástico ni el nylon. La goma sólo la veíamos en las ruedas de los autos y las que no estaban rodando las quemábamos en la Fiesta de San Juan.

Los pocos desechos que no se comían los animales, servían de abono o se quemaban. De 'por ahí' vengo yo. Y no es que haya sido mejor. Es que no es fácil para un pobre tipo al que lo educaron con el 'guarde y guarde que alguna vez puede servir para algo', pasarse al 'compre y tire que ya se viene el modelo nuevo'. Mi cabeza no resiste tanto.

Ahora mis parientes y los hijos de mis amigos no sólo cambian de celular una vez por semana, sino que, además, cambian el número, la dirección electrónica y hasta la dirección real.

Y a mí me prepararon para vivir con el mismo número, la misma mujer, la misma casa y el mismo nombre (y vaya si era un nombre como para cambiarlo) Me educaron para guardar todo. ¡¡¡Toooodo!!! Lo que servía y lo que no. Porque algún día las cosas podían volver a servir. Le dábamos crédito a todo.

Si, ya lo sé, tuvimos un gran problema: nunca nos explicaron qué cosas nos podían servir y qué cosas no. Y en el afán de guardar (porque éramos de hacer caso) guardamos hasta el ombligo de nuestro primer hijo, el diente del segundo, las carpetas del jardín de infantes y no sé cómo no guardamos la primera caquita. ¿Cómo quieren que entienda a esa gente que se desprende de su celular a los pocos meses de comprarlo?

¿Será que cuando las cosas se consiguen fácilmente, no se valoran y se vuelven desechables con la misma facilidad con la que se consiguieron?

En casa teníamos un mueble con cuatro cajones. El primer cajón era para los manteles y los repasadores, el segundo para los cubiertos y el tercero y el cuarto para todo lo que no fuera mantel ni cubierto. Y guardábamos... ¡¡Cómo guardábamos!! ¡¡Tooooodo lo guardábamos!! ¡¡Guardábamos las chapitas de los refrescos!! ¡¿Cómo para qué?! Hacíamos limpia-calzados para poner delante de la puerta para quitarnos el barro. Dobladas y enganchadas a una piola se convertían en cortinas para los bares. Al terminar las clases le sacábamos el corcho, las martillábamos y las clavábamos en una tablita para hacer los instrumentos para la fiesta de fin de año de la escuela. ¡Tooodo guardábamos!

¡¡¡Las cosas que usábamos!!!: mantillas de faroles, ruleros, ondulines y agujas de primus. Y las cosas que nunca usaríamos. Botones que perdían a sus camisas y carreteles que se quedaban sin hilo se iban amontonando en el tercer y en el cuarto cajón. Partes de lapiceras que algún día podíamos volver a precisar. Tubitos de plástico sin la tinta, tubitos de tinta sin el plástico, capuchones sin la lapicera, lapiceras sin el capuchón. Encendedores sin gas o encendedores que perdían el resorte. Resortes que perdían a su encendedor.

Cuando el mundo se exprimía el cerebro para inventar encendedores que se tiraban al terminar su ciclo, inventábamos la recarga de los encendedores descartables. Y las Gillette -hasta partidas a la mitad- se convertían en sacapuntas por todo el ciclo escolar. Y nuestros cajones guardaban las llavecitas de las latas de sardinas o del corned-beef, por las dudas que alguna lata viniera sin su llave. ¡Y las pilas! Las pilas de las primeras Spica pasaban del congelador al techo de la casa. Porque no sabíamos bien si había que darles calor o frío para que vivieran un poco más. No nos resignábamos a que se terminara su vida útil, no podíamos creer que algo viviera menos que un jazmín.

Las cosas no eran desechables. Eran guardables. ¡¡¡Los diarios!!! Servían para todo: para hacer plantillas para las botas de goma, para poner en el piso los días de lluvia y por sobre todas las cosas para envolver. ¡¡¡Las veces que nos enterábamos de algún resultado leyendo el diario pegado al trozo de carne!!!

Y guardábamos el papel plateado de los chocolates y de los cigarros para hacer guías de pinitos de navidad y las páginas del almanaque para hacer cuadros y los cuentagotas de los remedios por si algún medicamento no traía el cuentagotas y los fósforos usados porque podíamos prender una hornalla de la Volcán desde la otra que estaba prendida y las cajas de zapatos que se convirtieron en los primeros álbumes de fotos. Y las cajas de cigarros Richmond se volvían cinturones y posa-mates y los frasquitos de las inyecciones con tapitas de goma se amontonaban vaya a saber con qué intención, y los mazos de naipes se reutilizaban aunque faltara alguna, con la inscripción a mano en una sota de espada que decía 'éste es un 4 de bastos'.

Los cajones guardaban pedazos izquierdos de palillos de ropa y el ganchito de metal. Al tiempo albergaban sólo pedazos derechos que esperaban a su otra mitad para convertirse otra vez en un palillo.

Yo sé lo que nos pasaba: nos costaba mucho declarar la muerte de nuestros objetos. Así como hoy las nuevas generaciones deciden 'matarlos' apenas aparentan dejar de servir, aquellos tiempos eran de no declarar muerto a nada: ¡¡¡ni a Walt Disney!!!

Y cuando nos vendieron helados en copitas cuya tapa se convertía en base y nos dijeron: 'Cómase el helado y después tire la copita', nosotros dijimos que sí, pero, ¡¡¡minga que la íbamos a tirar!!! Las pusimos a vivir en el estante de los vasos y de las copas. Las latas de arvejas y de duraznos se volvieron macetas y hasta teléfonos. Las primeras botellas de plástico se transformaron en adornos de dudosa belleza. Las hueveras se convirtieron en depósitos de acuarelas, las tapas de botellones en ceniceros, las primeras latas de cerveza en portalápices y los corchos esperaron encontrarse con una botella.

Y me muerdo para no hacer un paralelo entre los valores que se desechan y los que preservábamos. ¡¡¡Ah!!! ¡¡¡No lo voy a hacer!!! Me muero por decir que hoy no sólo los electrodomésticos son desechables; que también el matrimonio y hasta la amistad son descartables.

Pero no cometeré la imprudencia de comparar objetos con personas. Me muerdo para no hablar de la identidad que se va perdiendo, de la memoria colectiva que se va tirando, del pasado efímero. No lo voy a hacer. No voy a mezclar los temas, no voy a decir que a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne. No voy a decir que a los ancianos se les declara la muerte apenas empiezan a fallar en sus funciones, que los cónyuges se cambian por modelos más nuevos, que a las personas que les falta alguna función se les discrimina o que valoran más a los lindos, con brillo y glamour.

Esto sólo es una crónica que habla de pañales y de celulares. De lo contrario, si mezcláramos las cosas, tendría que plantearme seriamente entregar a la 'bruja' como parte de pago de una señora con menos kilómetros y alguna función nueva. Pero yo soy lento para transitar este mundo de la reposición y corro el riesgo de que la 'bruja' me gane de mano y sea yo el entregado.