sábado, 26 de julio de 2008

Con unas velas encendidas




El sufrimiento humano no tiene explicación. La pérdida de una vida de forma accidental tampoco. Las razones no valen, los sentimientos se hacen presentes. El derecho de todos y de cada uno a vivir, y a vivir de forma digna es lo primordial. Las muertes recientes, en estos últimos días, de seres humanos en su intento por arribar a las costas canarias nos lo pone de manifiesto.

Ochenta personas, la mayoría de ellos inmigrantes subsaharianos, nos hemos reunido el sábado por la tarde en un parque público para, reflexionando en silencio qué sentido tiene nuestras vidas, con una vela encendida rendir un homenaje a las personas que han muerto llegando a nuestras costas, sin saberlo aún posiblemente quienes les parieron.

Cada uno de nosotros portaba la vela en sus manos, el viento soplaba, había que darle soco con las dos manos para que la vela no se apagara. Se apagaba y la volvíamos a encender. Como la vida de los que han muerto, como la vida de cada uno de nosotros: una lucha continua frente a las dificultades para intentar vivir con el ritmo y el paso adelante. Es comprensible que en esa lucha muchos intenten cruzar el océano para llegar a un sitio donde se vive mejor. Lo es también que arriesguen su vida, porque ya están medio muertos donde viven. Lo que no es comprensible es que todo esto no sea un mero fruto del azar, sino que detrás todos descubramos impasibles un sistema estructural que sigue organizando nuestro mundo en dos categorías: unos que podemos vivir bien, otros que se ven obligados a vivir mal.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Armando, querido amigo. Leerte es siempre maravilloso. Tus textos llevan motivos y propuestas, compartes pensamientos, sentimientos. Admiro a quienes tienen ese don y capacidad para darse sin medida por una o muchas causas, por luchar incansables por ello. Tú eres una de estas personas y lo que aportas tanto en tu comunidad como en esta virtual, es para destacarse.
Un abrazo.
Tere García A.

mj dijo...

No sé como he llegado hasta aquí tu blog. Pero esta reflexión me ha encantado. Es cierto que cuando nos enteramos de noticias, como las que nos cuentas, los sentimientos se hacen presentes. Y tampoco creo que esto suceda por azar. Siempre está detrás una mano que organiza...
Un saludo
M.José

José Ignacio Lacucebe dijo...

El goteo interminable de desapariciones, de vidas truncadas, de esperanzas desvanecidas nos sigue acompañando martilleando sin parar con el lamento del que huye.
Me uno a vuestro silencio.
A veces pienso que no todo está tan mal repartido. En nuestros paises del desarrollo sobran muertes en carretra, deudas que nunca se cancelan, depresiones que las pastillas no curan, soledades que nadie atiende........
Cada persona recibe y pierde, sueña y sufre y casi nadie lo vive voluntariamente.
Otro verano de cayucos, de medusas, de incendios, de......
Grupos como el que os reunísteis manteneis la esperanza colectiva alta.
Gracias.