viernes, 4 de mayo de 2007

El sentido de mi vida




Desde la oscura noche de los tiempos el hombre siempre se ha interrogado acerca de "quién soy" o "para qué vivo" o "cuál es el sentido o el propósito de mi vida". Y esa duda ancestral sigue hasta nuestros días repitiéndose a menudo (o a diario) en nuestras conciencias.

Grandes pensadores de todos los tiempos ensayaron sus hipótesis sobre este particular dando lugar a teorías filosóficas que trataron de responder a ese profundo enigma.

Frente a ellos me siento muy pequeñito como para sentar opinión, pero al menos me voy a permitir decir lo que pienso o lo que con los años he ido aprendiendo.

Creo que lo esencial de cada uno de nosotros es el ALMA (o espíritu) que es inmortal y que trasciende cada una de nuestras existencias materiales o corporales, cada "vida" o cada encarnación. De modo tal que soy un alma, un espíritu, al que debo mejorar y cultivar en cada nueva oportunidad que tengo en mis sucesivos pasos por el mundo.

Desde luego que en la práctica no es fácil la tarea de embellecer el alma con una vida de entrega a los demás, porque estamos amarrados fuertemente a montones de debilidades y falencias del cuerpo -la "cáscara" transitoria de cada vida- pero nuestra tarea cotidiana es ésa: tratar de ser mejores, darnos a los demás, vencer los egoísmos y las cosas materiales que nos condicionan fuertemente.

De mi parte, a través de la profesión que abracé (médico) y particularmente por la manera humana como procuro ejercerla, trato de canalizar esas ideas y día a día me esfuerzo por transformar lo mío en una actitud lo más generosa posible, de contención afectiva, confianza y amistad con mis pacientes, pues con los años he comprobado que a partir de esas premisas buena parte de sus dolencias comienzan a mejorar. Y eso es así porque jamás debo perder de vista que lo que tengo frente a mí es un alma angustiada metida circunstancialmente en un cuerpo "enfermo".

No digo que esto sea fácil....

Todos los días aprendo algo nuevo en mi relación con los demás.

Todos los días me equivoco, todos los días tengo tropiezos propios de mis flaquezas humanas.

Pero más allá de momentáneos bajones anímicos que suelo tener al comprobar mis debilidades o carencias, siempre emerjo y me levanto de esas caídas para seguir el camino que me he impuesto que es el de ayudar y el de servir, por encima (y a pesar) de mis errores, mis limitaciones o mis incapacidades.

En síntesis: podría decir que tengo hoy bastante en claro quién soy y qué cosas quiero hacer con mi vida. Y lucho cada día por la dificilísima tarea de tratar de ponerlo en práctica.... y en ésa tarea se irán sucediendo todos mis días.

Autor: Felipe de Urca

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias, Felipe, por esas lineas tuyas que titulas "El sentido de mi vida ".
Gracias por la naturalidad y sencillez con que narras tu lucha día a día contigo mismo, para lograr lo que ves como tu ideal.
Gracias, por que nos enseñas sinceridad, sencillez y manera de dar sentido cada uno a nuestro vivir.
En gratitud, te ofrezco mis oraciones, para que tu vida sea testimonio y luz para los demás.