lunes, 20 de octubre de 2008

Observando la vida



Una curiosidad para reflexionar

Hoy tuve el tiempo suficiente para satisfacer una curiosidad, y no
es que me guste entrar en la vida de mis vecinos; jamás lo haría si no es para tenderles la mano, para estar allí en los momentos que me necesitan, ellos saben de mi gran estima y consideración.

Pero les hablaba de una curiosidad que luego les servirá y nos servirá para reflexionar…

Muy tempranito me ubiqué en mi balcón con el pretexto de regar las macetas, y lo hacía solo porque esos momentos quería ver como era la salida de mis vecinos más cercanos.

Salió el primero, casi que terminándose de vestir, abrochando su camisa, arreglando su correa y un poco más adelante amarrando sus zapatos. Sus niños le gritaban despidiéndose y él con su afán no los oía, pienso que hoy su despertador no cumplió su cometido o tal vez le colocó la mano para callarlo en su afán de dormir un poco más. A mi vecino le falta planificar el tiempo para lograr la puntualidad, que es un valor que se construye con el esfuerzo.

El otro vecino cuando fue a prender su carro, este no funcionó y frente a sus niños a quienes debía llevar al colegio antes de su trabajo, vociferó la colección más grande de palabras que en mi vida había oído, luego dijo:¡que vida la que tengo!, sin pensar que tiene la vida que quiere pues de nosotros depende como la queremos llevar, quizá no se ha detenido a oír su voz interior porque allí dentro de nosotros mismos está la verdadera vida. Es posible que a mi vecino le falte Serenidad, para conservar la calma cuando tenemos que enfrentar los pequeños obstáculos que se nos presentan cada día.

Luego sale mi vecina de punta en blanco, con su cartera y su estuche de maquillaje en la mano, da un portazo con la rapidez del rayo, y se sienta frente al volante a maquillarse durante un tiempo largo, y yo me pregunto, ¿no seria mejor que lo hiciese en su cuarto, cómodamente sentada frente a la peinadora para que los trazos salgan perfectos y los colores armoniosamente repartidos, y no esté expuesta a la curiosidad de los que pasan a su lado?,pero a ella le falta prudencia que es la que nos enseña a conservar la compostura.

Ahora viene mi último vecino, se despide de su esposa desde el carro diciéndole, hasta la noche, sabes que me voy a buscar la vida . Y me pregunto ¿y a este se le había perdido la vida? pensé...que fuerte ¿verdad?. No podía buscarla porque la vida está allí, en su respirar, en el latir del corazón, en sus deseos, es ese don, ese regalo, el regalo más importante y más hermoso, con el que nos despertamos cada mañana sin acordarnos muchas veces de agradecer. Con cuanta razón Khalil Gibrán nos dice 'El hombre lucha por encontrar vida fuera de él, sin darse cuenta de que la vida que busca está en su interior'. A mi último vecino le faltaba pienso yo que objetividad para ver la vida como es, para conocerse.

Quizá a mi me falta también prudencia, pero pienso que de esta observación nos puede quedar algo: la vida es una sola... entonces si nos organizamos, planificamos el tiempo para tener puntualidad, tenemos serenidad, somos prudentes en nuestra forma de actuar y somos objetivos, podemos lograr una vida plena de satisfacciones, sin tantos afanes que nos hacen dejar de lado las cosas importantes de la vida.

Nelly Guerrero

martes, 14 de octubre de 2008

Como un samurai cualquiera



Hace unos días todos estábamos como samurais con espada en mano. En fracciones de segundos la historia de la realidad cotidiana se nos presentaba cada vez más negra. Este domingo en un segundo aparecieron los salvadores que generaron confianza en el sistema. Los que no entendemos de esto, seguimos sin entenderlo mucho. La economía es un lío mas complicado que llevar las cuentas de casa.

Ahora los que siempre han defendido las finanzas, las bancas, los dineros, los que toda la vida han sido y siguen siendo de derechas dicen que los socialistas son amigos de los banqueros y que ellos son amigos de los ciudadanos. Yo no me los creo. Ellos tampoco se lo creen. Hubieran hecho lo mismo. Es lo que aconsejan los que saben de la crisis y de estas cosas

Pero yo sigo sin entenderlo. ¿Los salvadores del pueblo son los mismos que los salvadores de los bancos y finanzas?. En el fondo le dan ganas a uno de seguir sintiéndose como samurai. Es como si una barca sin rumbo partiese de nuestras casas. Pero prefiero pensar que la barca tiene rumbo. No me gusta la espada junto al lecho. Me basta con la cruz que cuelga de mi cuello.

jueves, 9 de octubre de 2008

Cuando el amor se queda para siempre



Cuando el amor se queda para siempre.

Anoche comencé lectura de un compendio de pensamientos que me regaló mi madre. Fueron escritos por su padre, mi abuelo Alberto. Suponía, conociendo lo que le gustaba escribir poemas y canciones, que encontraría bellísimas muestras de su alma de poeta y gran señor, pero para mi sorpresa descubrí entre las hojas, un torrente de sentimientos íntimos en lo que parecía ser a pincelazos sin orden cronológico, un diario sobre esos días en que la tristeza por la ausencia de mi abuela, lo tenía abatido.

Está escrito con máquina mecánica, alguien debió transcribir todo de los originales de puño y letra. Tiene finos márgenes en negro de cadenas de hojas de olivo y relieves en la textura del papel. Se encuadernó con pastas amarillo mostaza y lleva salpicado huellas de humedad que permite acertar lo antiguos que son aún antes de mirar las fechas. Más de tres décadas conservado y hoy en mis manos, como maravilloso tesoro que me traslada a una mesa, pluma y cuaderno, en una lluviosa tarde xalapeña en que un hombre enamorado lloraba la pérdida de su esposa y desahogaba su interior buscando alivio al escribir lo que no sé si imaginaba leería treinta años más tarde su primer nieta.

Me conmueven los poemas a sus hijos, acrósticos a sus hijas y nietas, un pensamiento para mí, otros a la vida, pero sobretodo a mi abuela. Qué manera de adorarla, de expresar gratitud y amor por una mujer que era más que su compañera. Pese a las ideas de la época, no tuvo reparo en describir con respeto y elegancia, la pasión que se daban y lo mágico de sus besos y abrazos. Insistente hablaba de su belleza, de su dulzura y aunque no conocí a mi abuela, la visualicé con ese rostro de estrella de cine. Mientras leía los textos descriptivos de mi abuelo, la imaginaba unas veces con su traje ceñido al cuerpo, estola de piel a los hombros, tocado pequeño y de lado sobre su cabeza, caminando del brazo de mi abuelo y entrando a escuchar un concierto de música a Bellas Artes.

En otros momentos, los he imaginado remando en una pequeña lancha en el parque de Chapultepec. Saboreando ese México antiguo, justo como he podido conocerlo gracias a las películas de la época oro del cine mexicano.
Y creo que mi imagen más entrañable es aquella que supongo y casi siento con todos mis sentidos, a mi abuelo que llega a casa del trabajo, lo recibe una bella mujer y seis hijos en una mesa colmada de delicias culinarias. Casi percibo el aroma de la cocina de mi abuela libanesa, con esos toques de especias, de platos de intensos colores y agradables sabores que aprendió seguramente de su madre y abuela.

Todo esto me ha provocado la lectura de este secreto tesoro que hoy está entre mis manos y me permite hacer viajes en un sentido y otro. Tanto que no solo he conocido el amor profundo que se tenían mis abuelos o que logré imaginar lo que se describe, sino que hice reflexión sobre la importancia de las palabras. Sean escritas, habladas, incluso omitidas, valen y se vuelven trascendentes y con gran poder.

Mi abuelo explica lo que le causó leer el diario de la abuelita después de que falleció. Escribe con detalle y aún más amor, palabras de devoción hacia ella. A su vez yo leo este compendio de poemas y pensamientos cuando él ya no está. Es como no romper esta cadena de secreta comunicación, aunque a quien quisiéramos decirle las cosas no pueda escucharnos.

Entonces demos importancia a las palabras, que sepamos expresar a tiempo e impecablemente lo que sentimos y debemos decir, pero sobretodo, que lo que digamos sea una expresión natural de cosas buenas. Que aprendamos que el amor verdadero existe aún en estos tiempos en que todo se desecha con facilidad y que si hemos de ser recordados, que sea para que con admiración se hable de un noble corazón que amó infinitamente.

En homenaje a mis abuelos Alberto y Guadalupe.
Tere García Ahued.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Me llamarán Tommy


* Me llamarán Tomy *


Hola !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Me llamarán Tomy
Pues Tomás se llamaba mi abuelo.
La verdad que estoy un poco agotado.
De nadar, de uno hacia otro lado
Si mi mami se sienta.
Yo sigo acostado.
Y si mi mami se acuesta.
¡Yo me desparramo!
De lo bien que estoy quietito.
Siento que me están sacudiendo.
Mi mami que baja escaleras.
O la cama está tendiendo.
¡No tengo un minuto de paz!
¿No comprenden que me estreso?
Es una situación complicada.
Esto que estamos viviendo.
Pues yo siento hambre.
Y mi mami vive comiendo.
Y se lleva por delante todo.
Porque su pancita está creciendo.
Menos mal que ahora
se le pasó un poco el sueño.
Porque mi papi venía
y la encontraba siempre durmiendo.
¡Siempre tenía la culpa yo!
Pero ahora ya me defiendo.
"Le doy una patadita"
¡Ehhhhhhhh!
Mira que ya escucho
lo que tú estás diciendo...
La verdad que no veo las horas
que me saquen de este encierro.
Si es hasta Reyes ¡No aguanto!
Desde ya les voy diciendo.
¿A quien se le puede ocurrir?
¡Dejarme nueve meses aquí adentro!
Y distingo la voz de mi papi.
Dice que como el, seré yo de inquieto.
Con un poco de suerte ¡seré peor!
para que comprenda a mis abuelos.
Que les hacía la vida ¡imposible!
Era desatado como el viento.
Ya escucho por los audífonos
música que no entiendo.
Pero me encanta oírla.
Es vibración de sentimientos.
Bueno ahora me voy a hacer noni.
Y alimentarme por dentro,
mi mami me da día y noche; amor.
Eso me pone contento.
Y mi papi ¡Hay mi papi!
Me besa con una ternura,
Que yo desde aquí lo siento.
Seguro que seré un niño muy feliz.
Porque Dios vela por mi crecimiento.
Casi les cuesto mi vida.
Pero la Fe me mantuvo por cierto.
Gracias a todos los que a nuestro lado.
No se apartaron un momento,
Las oraciones llegaron...
Más allá del mismo cielo.
Y mientras un respirador artificial,
Era un mísero instrumento,
Inventado por los hombres,
El aire que respirábamos mamá y yo.
Era ese sexto elemento.
El oxigeno que Dios envía desde el cielo.
El nos devolvió a la vida.
Cuando el cielo se puso negro.
El arco iris de su gracia.
Brilló aún más intenso.
Cuando me conozcan dirán.
¡Tomy! ¡Milagro de DIOS!
Y yo asentiré sin hablar.
¡Es muy cierto!
*Soy el milagro de la vida*
Así hoy lo estoy viviendo.

Libia Beatriz Carciofetti // Argentina Derechos reservados Nº 452298
http://www.poemasromancesyamor.com/htmlpages/poetas/libia/libia.htm

lunes, 6 de octubre de 2008

De los mayores




Hace pocos días se celebró el día internacional de los mayores. En muchísimos sitios se celebraron numerosos actos festivos con participación de los mismos. Declaraciones y testimonios de muchos de ellos tonificaban el espíritu personal, descubriendo cómo vivían con ánimo y buen ritmo los años de su vida. No importaba fueran setenta u ochenta. Caminaban, viajaban, salían con los amigos, manejaban las nuevas tecnologías. Nunca será poco, nunca suficiente lo que colaboremos para que los mayores sean felices y estén ocupados una vez acabado su ritmo normal de trabajo. Su aportación a la sociedad sigue siendo actualizada. De unas u otras maneras.

Recuerdo cuando mi madre fue decayendo en sus fuerzas, y al abrir la puerta de su casa me encontraba con su mirada triste, hablando con voz más lenta, contándonos como no tenía las mismas fuerzas que antes, compartiendo sus días no tan buenos, observando su caminar más lento. Uno miraba ese proceso con la mirada triste, procurando que las lágrimas no salieran delante de ella, intentando animarla y hacerle disfrutar el rato que estábamos juntos, forzándome por tanto en mi interior a pasar por su casa con más frecuencia.

Hoy cuando toco a su puerta ya no me abre, y cuando abro la puerta ya no la encuentro, pero revivo todo el amor que recibí de ella, y los mil y un sacrificios que, junto con mi padre, hicieron por sacarnos adelante. Hoy nos toca a sus hijos no alimentar el llanto de lo sufrido, sino alimentar el alma de los hijos y seguir sirviendo la taza de leche caliente con el quehacer diario y el esfuerzo cotidiano, de tal manera que un día, cuando faltemos nosotros, recuerden también nuestros buenos ejemplos.

Mientras espero hacerme mayor de manera activa, intentando no pararme, dedicando mi tiempo al cultivo personal y al de los demás, procurando vivir la vida que son dos días, como dice el adagio popular.

sábado, 4 de octubre de 2008

El amor nunca muere, pero solo a veces busca asilo...

* El amor nunca muere *


Se murió el amor y lo están velando
en la sala mortuoria del “desinterés” ...
Está en el pasaje que se llama “olvido”
en la misma vereda que se mudó el “estrés”.
Vinieron sus deudos a despedir sus restos.
El “orgullo”, “amor propio”, “pasión, “dejadez”...
Y en un rincón lloraba “infidelidad” ¡Pobrecita!
Sintiéndose muy triste y culpable a la vez.


No se imaginó nunca que esto sucediera.
Comenzó jugando y se involucró después...
Le gustó lo prohibido sin medir consecuencias.
La pasión fue tan fuerte que acabó con el.
Abriéndose paso entre los asistentes.
“Indiferencia” ¡Presente! Arrastrando sus pies.
Se abrazó a su amado que ya no le oía
¿Por qué? Preguntaba a gritos ¡Esto tenía que suceder!


Se hizo un silencio sepulcral en la sala.
Se arrimó la “ternura” y el “celo” también.
La “rutina” no pudo contener el llanto.
Se sentía muy triste y culpable a la vez.
El amor es sufrido. Misericordioso, benigno…
no conoce la envidia. Menos la “altivez”.
Se da por entero y no pide nada...
Conoce lo derecho, no sabe lo que es revés.


En la tierra los hombres le dieron las espaldas.
El llorarlo ahora es insensatez...
Lo hubiesen cuidado cuando estuvo entre ustedes
Ahora... ¡Ya es tarde! Despídanse de el.
De pronto la sala se llenó de amigos
que al ver al AMOR dormido ¡No lo podían creer!
Porque ni ellos mismos se habían dado cuenta
que sufriera tanto y su fin sea ¡Tan cruel!


Los hombres de negro se acercaron al féretro
y uno a uno quisieron verlo por última vez.
“Orgullo”, “cariño”, “pasión” la “ternura”
“indiferencia” y “olvido” lo besaron en su sien.
Coincidieron todos que en ese momento
entreabrió sus ojos y hasta sonrió también.
En sus trémulas manos tenían vida las rosas
que aún estaban frescas nutriéndose de el .


El amor todo lo soporta todo lo cree, todo lo da.
No conoce al resentimiento, el amor nunca deja de ser.
Pasarán los días, los meses, los años. los otoños, veranos.
Primaveras e inviernos y el amor siempre ha de permanecer.
El AMOR fue engendrado. Como Trinidad Santa.
Y fue puesta como un sello en nuestro corazón.
Le cambiamos el nombre, el significado.
Y el hombre desconoce su origen hasta hoy.


* El amor nunca muere; pero a veces ¡Sólo a veces! Busca asilo en otro corazón* (liby®)


Libia Beatriz Carciofetti // Argentina Derechos reservados Nº 452298
http://www.poemasromancesyamor.com/htmlpages/poetas/libia/libia.htm

miércoles, 1 de octubre de 2008

La tristeza del pregonero



La tristeza del pregonero.

Panchito era un joven de unos 20 años, con alma de niño.
Pertenecía a una familia de buenas costumbres donde los valores
estaban bien cimentados.
Allí en uno de esos pueblos pintorescos de calles empedradas
y casitas que parecían salidas de un paisaje de Rafael Monasterios vivía él.
Pero había nacido
con una discapacidad mental que lo hacia diferente a los demás muchachos de su pueblo, aunque
apreciado y querido por todos.

Allí estaba en cada una de las actividades propias de las costumbres y tradiciones de los pueblos, ayudando a llevar al santo en la procesión, cargando los atriles para la retreta
y ayudando a todo el que necesitaba de sus servicios, sin pedir nada a cambio y siempre con la alegría reflejada en su rostro.

Pero algo muy especial lo distinguía: era el pregonero del cine del pueblo.
Todas las mañanas a las diez, recorría las tres calles con un cartelón a sus espaldas donde
se anunciaba la película de la noche .
La gente salía a las puertas cuando él con su lenguaje un poco complicado avisaba su presencia y en cada casa se detenía para que los vecinos
se informaran.
Era admirable esa constancia y la alegría con que hacia el recorrido.
Al terminar sabia que tenia garantizada la entrada a la película.

Panchito¡ ...gritaban los niños en la calle y él se detenía a jugar con ellos a las canicas o a elevar un
papagayo.

Pero un día su familia decidió mudarse a la capital y Panchito se llevó con él su maleta de recuerdos, y allí ya no pudo anunciar la película del día, ni ayudar a llevar el santo en la procesión, ni cargar los atriles para la retreta, tampoco jugar a las canicas con los niños ni elevar papagayos, y no podía salir por temor a perderse.

Entonces se encerró a revisar la maleta de recuerdos a llorar y añorar cada cosa que hacia en su pueblo y la tristeza se fue apoderando de él.
Una mañana un diario anunciaba: Ha muerto Panchito.
Así se fue aquel pregonero que se lo llevó la tristeza al cambiar la quietud de su pueblo por el progreso de la capital dejando atrás recuerdos que marcaron su vida.

Nelly Guerrero